Asociacion Cultural LA FUNDICION de El Pedroso
  • LA FUNDICIÓN
    • QUÉ ES
    • ¿Cómo participar? >
      • INSCRIPCIÓN >
        • Tus ideas >
          • El escudo de El Pedroso
  • EL PEDROSO
    • Geologia
  • PAISAJE
  • HISTORIA
  • ARTE
  • Las Escuelas Nuevas
    • El origen del CCEENN
    • CCEN PLANTA BAJA >
      • Recepción
      • Galería Gertrudis
      • Sala Ingeniero Elorza
      • Biblioteca José Manuel Lara Bosch
    • CCEN PLANTA ALTA >
      • Historia de la Escritura
      • Espacio LARA
      • Galería Planeta
  • INDUSTRIA DEL HIERRO
    • Las minas de El Pedroso entre la Munigua romana y Felipe II
    • El Pedroso MINERO S XIX
    • EL Pedroso MINERO auge y decadecia
    • siglo XX MINERO
    • ARCHIVOS MINAS
  • EN SEPIA
  • CRONICAS Blog
    • LA MEMORIA PRODIGIOSA
    • MAS ALLA DE MI MEMORIA
    • JOSÉ Mª DURÁN

LA MEMORIA PRODIGIOSA. Capítulo XXIX: El hombre que miraba al cielo.

28/4/2020

2 Comentarios

 
Imagen
Imagen
EL HOMBRE QUE MIRABA EL CIELO

De haberlo conocido Antonio Machado le habría servido de inspiración para su famoso verso: “Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Pepe Lora que a sus 94 años es el decano de los pedroseños –mujeres aparte– es esencialmente un hombre bueno en el sentido machadiano del verso.
Nació el 15 de junio de 1923 en la antigua calle del Arroyuelo, cuyo nombre cambió a principios de siglo el Ayuntamiento para dedicársela al político gaditano, libertador de esclavos, masón y tres veces presidente del gobierno Segismundo Moret. Y en la calle Moret, una de las principales del pueblo, ha transcurrido toda su larga vida y en ella sigue recordando sus juegos infantiles –“A la puerta del Perro Malo…” – y cómo de su casa, encalada, ordenada y limpia como los chorros del agua, salía cada mañana para ir a la escuela: Don Rafael y Don Luis, entre otros, le enseñaron las primeras letras y las cuentas, la escritura, la geografía, la historia y la religión.
A la vuelta de las clases, los chiquillos se entregaban a toda clase de juegos y, como quiera que la mayoría de las calles y plazas eran terrizas, volvían a sus casas sucios y llenos de barro o polvo, según la época del año. “Hay que escamondarlos”, decían entonces las madres mientras preparaban una tina con agua, como si aquellos niños fueran árboles frutales a los que limpiar de ramas y hojas.
En las casas, claro, no había cuartos de baño, y a Pepe lo lavaba su madre, Jesús, en un baño de zinc con el agua calentada al sol. Y cuando llegaban fiestas grandes como la Pascua, el Corpus o la Virgen, al niño no sólo había que escamondarlo, sino también perfumarlo. Para ello, su madre echaba en el agua tibia del barreño plantas aromáticas que crecían en vados y arroyuelos pedroseños: a veces eneldo, espliego o lavanda; otras, poleo, tomillo o salvia. Era un baño en verdad deleitoso.
Tenía Pepe sólo seis años cuando un día de junio de 1929 oyó un gran ruido en el cielo, un zumbido fuerte y persistente. Salió a la calle, miró al cielo y vio la enorme silueta del zeppelín que se desplazaba proyectando una grande y alargada sombra sobre el pueblo. Los pedroseños no daban crédito a lo que veían: el famoso dirigible sobrevolaba el San Cristóbal, el caserío del pueblo, la Porrilla y la Madroñera y seguía rumbo a Sevilla. Era tres veces más grande que un gigantesco Boeing actual, se desplazaba a 100 kilómetros por hora y volaba tan sólo a poco más de 200 metros de altura: parecía que iba a chocar con el campanario de la iglesia. El dirigible, que había salido de Madrid aquella mañana, iba camino de Sevilla en un vuelo de exhibición con motivo de la Exposición Iberoamericana que se inauguraba aquel año. No hubo más motivos de comentarios en el pueblo durante mucho tiempo. El gran zeppelín sólo estuvo unos minutos sobrevolando el cielo pedroseño, pero dejó su huella en la memoria colectiva.
Imagen
La noticia en la prensa de aquellos días.

Cuatro años después, una noche de octubre de 1933, Pepe, al que le gustaba mirar al cielo durante horas, maravillándose de la grandeza del universo, quedó extasiado ante otro fenómeno: una lluvia de estrellas excepcional, unos bólidos luminosos y fugaces, las Dracónidas, que ese año, debido a las favorables condiciones atmosféricas pudieron observarse en toda Europa con una claridad inusual. Aquella tormenta de estrellas fue un espectáculo también asombroso.
Fue superado, sin embargo, cinco años más tarde por una inesperada, insólita y extraordinaria Aurora Boreal. Pepe recuerda que en enero de 1.938, exactamente el día 26, cuando España llevaba ya 18 meses desangrándose en una guerra fratricida, una violenta e inmensa luminaria surgió de los cerros que protegen al pueblo. Todo se iluminó con un brillante resplandor rojo que duró toda la noche. 
El Observatorio del Ebro –la aurora se vio en toda España– la describió como “un gigantesco abanico abierto hacia el cielo de intenso color rosáceo, atravesado por bandas de luz más blancas y brillan-tes, cual si procedieran de potentes reflectores enfocados al zenit”.
​
En El Pedroso, aquella Aurora Boreal –en realidad una Aurora Roja produjo 
admiración, primero, y sorpresa; luego, miedo y desconcierto porque estando en plena guerra civil se pensó que podría ser un bombardeo. Ha pasado a la historia como la 
“Aurora de sangre” por la que estaba siendo derramada por los campos de España.
La guerra había terminado cuando en 1.942, con 18 años, Pepe Lora decidió cumplir el servicio militar como voluntario y eligió la Marina, pensando quizá que le correspondería ir a la base militar del cercano San Fernando, en Cádiz. Pero no ocurrió así y fue destinado a El Ferrol –entonces “del Caudillo”– a casi 900 kilómetros de El Pedroso. Y allí, entre las siluetas de los cruceros “Galicia” y “Méndez Núñez” o las de los destructores “Churruca” y “Alsedo”, estuvo la friolera de cuatro años “sirviendo a la patria”, que se decía entonces. Sólo disfrutaba de permisos una o dos semanas, en Navidad y en verano, y cuando en esas semanas volvía a El Pedroso su perrita, Dina, en cuanto lo veía aparecer por la calle Moret salía a su encuentro corriendo enloquecida. El marino de tierra firme dejaba su petate en el suelo y la abrazaba, conmovido.
Terminada la mili, Pepe trabajó primero en la fábrica de jabones de Cataño y López –jabón blanco para lavar la ropa y verde para asear el cuerpo–, luego fue telegrafista –cada palabra a medio real–, agente comercial con su hermano Eduardo, de ultramarinos, de bebidas, de electrodomésticos, de aparatos de radio –Telefunken y Philips, las mejores marcas de aquel tiempo– bicicletas y hasta joyería.
Y en todos estos trabajos, a lo largo de tantos años, se ganó colmadamente la amistad, el aprecio y la confianza de sus paisanos, a fuerza de sencillez, sonrisas y afabilidad. Le llegó al fin la jubilación y con ella se entregó de lleno al servicio de la iglesia y de la comunidad parroquial. 
Imagen

Por todo ello, Pepe Lora es una de las personas más entrañablemente queridas del pueblo, si no la que más.
Un día, como a todos, a Pepe Lora le llegará su hora, y sin ninguna duda su destino será el Cielo al que tantas veces ha mirado y rezado. Y allá a las puertas del Paraíso, mientras espera que San Pedro, el portero celestial, anuncie su llegada, Pepe mirará hacia abajo intentando ver su pueblo a través de las nubes, desde las alturas, y exclamará: “¡Qué bien habría visto yo desde aquí el zeppelín y la aurora boreal!
”
Imagen
PRÓXIMO
EPÍLOGO: LOS SUEÑOS PENDIENTES
< ANTERIOR
SIGUIENTE >
Imagen
2 Comentarios
rafael sanchez sanchez
28/4/2020 13:45:22

El Pedroso es el pueblo de mi familia materna, aún tengo allegados en él, residentes de toda una vida y retornados emigrantes, familiares todos que en la distancia nos une un sentimental amor de primos carnales ellos, sus parejas, hijos y nietos. Tengo la gran dicha de una especial cómplice, que a través de la “red” me conectar con la vida de la sierra y a la que tengo una especial admiración, Gracias

Responder
María
23/11/2020 01:18:21

¡QUÉ MARAVILLA DE POST!
Preciosas palabras hacia Pepe Lora, tan servicial, tan amable y educado, con una mirada tan benévola que lo hacía ser especial.
Creo que los ciudadanos de El Pedroso le agradecimos y le hicimos saber en vida (que es cuando se deben de demostrar los buenos gestos) todo lo que hizo por nuestro pueblo y sobre todo, por las personas más enfermas, siendo el primer pedroseño en tener una plaza con su nombre, te lo mereces Pepe, te queremos y nunca te olvidaremos.

Responder

Tu comentario se publicará después de su aprobación.


Deja una respuesta.

    Autor

    Asociación Cultural 
    ​LA FUNDICIÓN
    ​de El Pedroso

    ​
    PULSA EN LOS SIGUIENTES ENUNCIADOS PARA LEER  LOS ARCHIVOS REFERIDOS:
    ​

    LA MEMORIA PRODIGIOSA.
    ​José Mª Durán Ayo

    ARTÍCULOS DE
    José Mª Durán Ayo


    MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA​.
    José María Odriozola Sáez


    CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. 
    Luis Odriozola Ruiz


    Archivos del blog por MES

    Noviembre 2022
    Octubre 2022
    Abril 2022
    Septiembre 2021
    Junio 2021
    Mayo 2021
    Abril 2021
    Marzo 2021
    Febrero 2021
    Enero 2021
    Agosto 2020
    Julio 2020
    Junio 2020
    Mayo 2020
    Abril 2020
    Febrero 2019
    Octubre 2018
    Septiembre 2018
    Agosto 2018
    Julio 2018
    Noviembre 2017
    Octubre 2017
    Septiembre 2017
    Agosto 2017
    Julio 2017
    Junio 2017
    Agosto 2016

ASOCIACIÓN CULTURAL LA FUNDICIÓN DE EL PEDROSO. Calle Cervantes, 28. 41360 - EL PEDROSO (Sevilla)
Email: [email protected]
NOTA: ESTA WEB, EN TODOS SUS APARTADOS, ESTÁ ABIERTA A QUE COLABORES, AÑADIR O RECTIFICAR INFORMACIÓN, SI QUIERES HACERLO PULSA AQUÍ. GRACIAS.
Web-Design Th. Schlüsseln para LA FUNDICIÓN