Linajudas familias.
No recuerdo quién escribió que la casa de un hombre es su castillo, en el caso de la nuestra, su aspecto exterior lo acentúa; pero es fortaleza dulcificada en su interior con libros y unos patios lleno de flores. Imagino a Gertrudis sentada junto al jazmín contándole cuitas a su abuela Doña María Gil de Taboada… Bien pudo haber ocurrido, pero en realidad todo comienza algunos siglos antes. La montuosa Sierra Morena vivía ajena a los grandes cambios que se estaban produciendo en el entorno del Guadalquivir; las ganancias que generaba el comercio de Indias lo habían trasformado.
Las necesidades de Sevilla y su puerto, principal salida para las posesiones de ultramar, hicieron que se revalorizasen en poco tiempo sus dehesas, tierras calmas, olivares y viñedos. Las linajudas familias Cabrera y Ribera, poseedoras de casas y fincas rústicas y asentadas desde antaño en nuestro pueblo, fueron testigos en aquellos dos siglos de la llegada de capitales foráneos atraídos por la riqueza agropecuaria de la Sierra Morena. Estos foramontanos adquirieron tierras y solares donde construyeron sus casas, roturaron fincas donde plantaron vides y olivares y así nuestro pueblo se llenó de castellanos, murcianos, gallegos y hasta algunos genoveses. Así aparecen en los registros entre los siglos XVII y XVIII apellidos como Ribadeneira y Carballido o algunos de más empaque como Gil de Taboada que terminaron entroncando con las familias pedroseñas de más lustre. Es muy probable que los miembros de esta última llegasen con el séquito de Don Felipe Gil Taboada, noble ilustrado y rico que vino a ocupar en 1.722 el cargo de Arzobispo de Sevilla. Para esta noble familia, este siglo XVIII no fue un mal siglo; aparte del nombrado Don Felipe, Cayetano Gil Taboada fue Obispo de Lugo y Arzobispo de Santiago de Compostela y otro cercano pariente Francisco Gil de Taboada y Lemos, marino español, fue dos veces virrey: de Nueva Granada y del Perú; sin olvidar que también fue Capitán General de la Real Armada Española.
Oriundos de Lalín, poseían el Condado de Taboada y los Señoríos de Taboada, Villamarín y otros a la vez que mantenían sus dos pazos de Dés y Barcia. Una de sus descendientes, la pedroseña Doña María Gil |
de Taboada, contrajo matrimonio con el Regidor del Concejo de la Villa del Pedroso.
Don Manuel Gómez de Avellaneda. Este hidalgo burgalés le dio un hijo: Manuel, que tras estudiar en la academia de oficiales de la Armada de San Fernando sería años más tarde destinado a Cuba. En la isla, siendo oficial naval casó con Francisca Arteaga y Betancourt, una guapa criolla vasco-canaria con la que tuvo a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Gertrudis residió en numerosas ciudades pero sabemos que entre los años 1838 y 1840 vivió algunos años en Sevilla, pasando temporadas en nuestra casa, por entonces residencia familiar de los Gil de Taboada en El Pedroso. Pero volvamos a nuestro terruño. El edificio, por su traza, portada y escudo podemos datarlo de finales del siglo XVII o principios del XVIII, cambiando desde entonces muy poco su aspecto hasta la actualidad. Es más que probable que fuese una de estas poderosas familias la que construyó la casa número tres de la plaza de Nuestra Señora de Consolación sobre alguna existente quizá de menos empaque. Un documento de mediados del XIX describe fielmente su estructura interna y distribución de habitaciones y patios: “La constituye un zaguán que da entrada a un pequeño tránsito que comunica a otro tránsito o habitación a cuya derecha hay una despensa y de seguida una escalera con ventanas a la cocina: a la izquierda del segundo tránsito una alcoba con ventana a la Plaza de la Iglesia y puerta al zaguán. Una salita con ventana a la Plaza de la Constitución; de seguida otra sala también con ventana a la expresada plaza y otra alcoba con puerta de salida al cuarto segundo tránsito: “Al frente la cocina con puerta de comunicación a un patio en el que hay un cobertizo en donde entran los fregaderos, este patio comunica a un corral en cuya derecha hay un cuartillo en que está el pozo, la mitad del cual corresponde en medianía a la casa número 26 de la Plaza de la Iglesia propiedad de Doña Josefa Blanco y Olivenza; la otra mitad por partes iguales pertenece a la finca de que se trata y a la del número 27 de la mencionada Plaza propiedad de Don José Gil y Cabrera y otro corral con puerta falsa en su planta baja y la alta da entrada una escalera de material a un tránsito dicha habitación de igual extensión que el segundo de la planta baja; a la derecha da entrada un hueco alacena sin puertas ni entrepaños, al frente un cuarto con ventanas al otro frente una sala con dos balcones a la Plaza de la Constitución y a la izquierda una extensa habitación con tres balcones a la Plaza de la Iglesia”.
“La casa calle de la Yesca número tres la constituye su planta baja cocina y un cuarto con ventana a la calle, y la alta de una habitación con ventana también a la calle”. “Estas fincas se determinan con diversidad de linderos…así como la distribución de la misma finca según la cual según el título ahora presentado tiene solamente como gravamen la servidumbre al predio de Doña Josefa Blanco Oliveros y además la un pozo negro medianía de esta finca y la indicada del Don José Gil Cabrera”. SIGUIENTE
|
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
José Mª Durán Ayo ARTÍCULOS DE José Mª Durán Ayo MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA. José María Odriozola Sáez CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. Luis Odriozola Ruiz Archivos del blog por MES
Noviembre 2022
|