3ª parte: De sus habitantes, sus vicisitudes y vivencias; de sus patios y sus profundidades.
De los sucesivos propietarios sabemos que Don José Neira el médico, el que murió descabalgado en una calle del pueblo, le compró la casa a Angela Azcárate, viuda de Don José de Cabrera y es más que probable que esta se la comprase a los Ribera - Gil de Taboada. A partir de estos Cabrera se pierde la memoria.
Por aportar todo sobre la casa, hago memoria y veo que ya escribí algo sobre el mismo tema hace algún tiempo, más por pereza que por no repetir, trascribo, entrecomillo y me plagio: “Cuando mis abuelos llegaron a El Pedroso, vivieron unos meses en la calle Pi y Margall; después mudaron a la casa del médico Luis Odriozola, donde nacería mi madre, pero poco durarían allí pues mi otro abuelo, el Odriozola, que vivía entonces en Valmaseda con su familia, decidió volver. Ejercía su profesión en el penal del Dueso de Santoña y en 1939, harto de guerra, militares y muertes, quiso retornar con su mujer y sus hijos a la tranquilidad de El Pedroso. Pepe y Concha tuvieron mucha suerte pues pudieron mudarse a la casa de al lado, donde habían vivido los padres de Isabelita Ruiz. La propietaria de la casa, Concha Neira era una de las hijas del doctor José Neira; su hermana Dolores, la que casó con el ministro Domínguez Barbero, tuvo que exiliarse tras la guerra junto a su marido con el que vivió su particular calvario siempre huyendo. Salieron precipitadamente de Madrid, recalaron en Valencia donde la retirada del ejército republicano les obligó de nuevo a huir de Barcelona, pasando a Francia donde creyeron poder rehacer algo sus vidas en la bonita ciudad de Etienne.
La invasión de Francia por las tropas alemanas en 1940 les obligó de nuevo a huir. La Francia de Vichi era peligrosa para los republicanos españoles. Como en la famosa película de Bogart y Bergman, con mucho peligro y con sobornos consiguieron llegar desde Marsella a Casablanca donde fueron amenazados de nuevo por la policía de Pierre Laval. Ayudados por las logias masónicas Fe 261 y Germinal 306 que le facilitaron algo de dinero, compraron los pases y los pasajes para el embarque en el vapor Nyassa que finalmente les llevó a Veracruz. Desde allí pasaron a Ciudad de Méjico donde Martínez Barrio, que ya residía cómodamente allí, les amparó. Allí vivió el matrimonio hasta la muerte del exministro en los años sesenta. Su viuda Dolores no quiso volver nunca más ni a su país ni a su pueblo y la casa que su padre tenía quedó vacía. Su hermana Concha, que vivía en Barcelona tampoco quiso volver, y tras alquilarla algunos años se la vendió a mis abuelos.”
Nuestra casa, aunque muy trasformada, conserva en sus antiguos patios gruesos muros medianeros donde se aprecia con claridad los antiguos linderos que ensanchan y bastante lo que debieron ser sus sucesivos patios escalonados que llegaban hasta “los corrales de las casas de la Plaza de la Iglesia”. El pozo que se describe en la documentación antigua es interior y medianero, lo compartían dos viviendas y estuvo sin modificar hasta hace relativamente poco tiempo. Mi madre me cuenta que lo conoció de niña y lo recuerda como oscuro y húmedo entre los dos edificios. Esta prolongación de la casa la compró Lolita Odriozola para ampliar su cocina y tras la obra lo cegó. El pozo que existe en la actualidad en el centro del segundo patio, se hizo a finales del XIX y curiosamente no enhebró por escasos metro y medio a otro anterior con bóveda que sirvió de pozo negro y que tras aparecer en una obra, queremos recuperar y reutilizarlo como bodega; ya veremos… Era allí, junto a este pozo donde José Neira, gran aficionado al juego, organizaba a puerta cerrada, timbas de cartas en la época de la prohibición. De la afición de este médico al juego quedó en casa una desvencijada mesa de juego lacada en negro. Era cuadrada y abisagrada en su centro, su paño verde estaba apolillado y por faltarle una pata aguantaba el paso de los años recostaba en una de las paredes del cuartón de arriba.
En la parte más soleada de este patio del pozo hay un jazmín. Desconocemos su edad, aunque por su avejentado y nudoso tronco podemos darle el tratamiento de venerable. Recuerdo de niño como mi abuela y mi madre al caer la tarde, tras regar, recogían en un platillo blanco jazmines para perfumar los dormitorios. |
Desde muy joven mi abuela me responsabilizó de su poda, supervisaba con ojo atento la delicada operación y tras pequeñas correcciones técnicas asentía dándome una moneda de cinco duros a la vez que me cerraba la mano con misterio.
Todos los años esperamos sus tempranos brotes que nos adelantan la llegada de la primavera. Su longevidad es fruto de los muchos mimos de al menos sus tres últimos propietarios y así al comprar la casa mis abuelos la única recomendación de Concha Neira fue que cuidasen el jazmín de su abuela… La planta del jazmín tiene una bonita historia y los entendidos, que sitúan su procedencia en Persia, cuentan que en esa región la nombraban como Yasamin. Es también allí donde adjetivado, lo aplicaban a la mujer que necesita ser apreciada y que juega a la confusión.
Los patios escalonados, en su día mucho más espaciosos, han sufrido con el paso de los siglos amputaciones de todo tipo, algunas veces por vecinos y otras por propietarios en forma de nuevos muros medianeros y cuartos anexos para diferentes usos. En origen tuvo el suelo de guijarros y así aparece en algunos paños bajo la solería de barro (como en la vuelta de la cancela del corral). El primer patio fue pronto estrechado con una cocina alargada en uno de sus laterales, años después sufrimos con pena otra mutilación de este mismo patio que al robarle otro trozo más la fábrica del pasillo para el cuarto de baño nuevo quedó como patinillo.
Algunas fotos de principios de siglo de este espacio antes de su trasformación nos lo recuerdan. Al segundo patio también le robó la mitad de su superficie un cuarto de baño que José Neira edificó (así lo delata el tramo soterrado de escalón de ladrillo que aparece en la base de la pared).
Cuando el agua corriente era un lujo al alcance de muy pocos, “Neira el médico” instaló en el nuevo pozo una pequeña bomba manual que la ascendía hasta un depósito sobre el primer arco. Desde allí lograba algo de presión a través de un pequeño laberinto de tuberías de plomo. De su interior conservamos poco, Un colgador de toallas de loza blanca y un paño de gruesos azulejos lechosos facetados. En este pequeño patio resultante mi abuela Concha siempre tuvo macetas de sombra amparadas al grueso muro medianero de la casa de mis otros abuelos Luis y Marta. Es aquí donde mi tío abuelo Juan, gran aficionado a la fotografía inmortalizó a sus sobrinas Concha, Trini y Maricarmen. Mi madre con seis años aparece junto a sus dos hermanas desconocedoras, como todos los demás, que bajo sus pies existía un pozo abovedado. La cancela de hierro hace de frontera entre los patios y el corral, este también estuvo mutilado por dos cuartones: el de la carbonera y el de la miel o de los pájaros. Recuerdo que la carbonera tenía en su interior unos pequeños tabiquillos a media altura uno para el cisco y el otro para el carbón; yo ya los conocí en desuso; mi madre me contó que ella recordaba perfectamente que todos los años se llenaban para la cocina y los braseros de la casa. En el cuartón de la miel tenía mi abuelo, que durante bastantes años tuvo colmenas, su pequeña industria, allí guardaba la máquina manual de extracción, los bidones y las cajas de las colmenas para reparar, amontonadas. Era una habitación alargada con tres ventanas con tela metálica que siempre estaba cerrada con llave; años después fueron los pájaros de perdiz sus inquilinos y allí pernoctaban. Recuerdo de niño las cajas con las jaulas de las perdices colgadas en el muro medianero con “Vinagre". Mi abuelo se entretenía a media mañana soleando a sus pájaros. Los trataba con mimo y religiosamente le cambiaba a diario el agua y les rellenaba el comedero con triguillo; dependiendo de la época le picaba bellotas dulces o berros como regalo. La planta de arriba de la casa estaba diáfana en su mayor parte excepto dos habitaciones que habían sido acondicionadas en su día como dormitorios. Sus puertas acristaladas y sus techos de cañizo escayolado con ribetes modernistas nos las sitúan en el tiempo.
Casi toda la planta de arriba la ocupaba “el cuartón grande”, cada vez que subíamos su puerta, de madera con candado y gatera, nos intrigaba y por el ojo de la cerradura nos imaginábamos lo que habría entre tantos baúles y cajas. Cuando mis abuelos compraron la casa vinieron dos religiosas a recoger algunas cosas personales de la familia Neira, apenas una maleta, el resto quedó allí. Había más polilla e imaginación que cosas tangibles, aun así recuerdo una mesa apolillada de juego coja, un reloj de mesa, un calentador de cama de pulido latón, una pistola inglesa de gatillo escamoteable, unas lámparas con las porcelanas rotas, una sombrilla de encaje negro… Recuerdo la ilusión de mis padres al hacer la obra en la planta de arriba y el interés para respetar todo lo que se pudiese conservar: puertas, arquillos de ladrillo contrapuertas de balcones y suelos de barro…solo el pequeño “cuarto de los jamones” quedó fuera del proyecto que por falta de presupuesto quedó como trastero. Guardo recuerdos de infancia y juventud en ella junto a mis hermanos y primos, momentos felices y otros tristes. Cada vez que tengo oportunidad me gusta volver; en invierno para pasar las horas frente a la chimenea y en verano para disfrutar de la quietud de sus patios regados y del olor a jazmín mientras mi madre, con un platillo blanco en sus manos, ahora espera que yo alcance sus flores sin abrir… PRÓXIMO:
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2 Comentarios
Gloria Durán Ayo
16/5/2020 12:55:10
En ese precioso patio, he estado muchas veces. Primero con tu abuela Doña Concha, mi profesora en el colegio y después con tus tias Conchita y Mari Carmen, además de mi querida TRINI (tu madre) y mi profesora desde ingreso hasta 3º de bachiller. Desde el corral interior, se veia la azotea de mi casa. Yo vivia donde hoy lo hace la familia de Jesús Jiménez y en la parte de arriba era donde nos daba tu madre las clases y tu padre Luis, que de vez en cuando nos ayudaba con las matématicas si se nos atascaban un poco. Le tengo un cariño muy especial y toda mi familia a tu madre y le envio un fuerte abrazo que desde el año 2.013 no la veo. Gracias por escribir tan hermosos recuerdos. gloria.
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Josemari Odriozola
18/5/2020 22:01:08
Muchas gracias Gloria por tu cariñoso comentario. Aunque no te conozco personalmente, si se de vosotros por mi madre que comparte los mismos sentimientos de afecto con tu familia.
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AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
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