En el pasado Diciembre, durante las Jornadas del Patrimonio Industrial que llevamos a cabo entre Fábrica y El Pedroso, la conferenciante Pilar Orche nos recordaba que en 2018 se cumplían los 175 años en que el Ingeniero D. Francisco de Elorza y Aguirre dejaba El Pedroso para incorporarse a las Fábricas de Trubia y Oviedo, así como lo poco que era reconocido en nuestro entorno. Y cierto es que tan destacada figura nunca tuvo el reconocimiento oficial de nuestro pueblo, que dedicó calles a próceres y políticos diversos sin ninguna vinculación local. No estaría mal que estuviera en la agenda del Ayuntamiento rectificar este agravio devenido en el tiempo, traduciéndose en forma y fondo adecuados con motivo del citado aniversario. Vaya desde aquí la propuesta de LA FUNDICIÓN y, como ya es sabido, la colaboración que al efecto necesite la Corporación. De momento, sea este aniversario una excusa para rememorar su figura y su obra entre nosotros. De esta manera abrimos capítulo con Antonio Villalba Ramos, creo que el investigador y escritor que más datos ha recabado sobre su figura en la etapa pedroseña, y que nos ha hecho llegar, siempre desinteresadamente, mediante conferencias e interesantísimos artículos. Gracias una vez más, Antonio, por tan destacadas aportaciones, sin duda equiparables a tu generosa disposición. Tomás L. Chaves Antolín Presidente de la Asociación Cultural LA FUNDICIÓN de El Pedroso. DEL PASO DE FRANCISCO DE ELORZA POR EL PEDROSO 1831-1844 Antonio Villalba Ramos En la edición de agosto de 1838, el periódico madrileño el Eco del Comercio, anunciaba en el apartado de adjudicaciones la realizada a la Fábrica de Hierros de El Pedroso y Agregados: “…y en su nombre al director facultativo de las minas D. Francisco Antonio de Elorza, a la que se le ha adjudicado en 12 del referido mes tres pertenencias de minas que tenían registradas en la de hierro oligisto titulada de las Grajas, sita en el cerro de este nombre, término de la villa de San Nicolás del Puerto”. Una concesión que le hacía el Estado 21 años después de que le hubiese cedido las minas sitas en el Cerro Monteagudo, nombradas “Rosalino-San Julián” y “Juan Teniente”, “El Fontanal” y “El Cañuelo”, todas ellas en el término municipal de El Pedroso. Unos yacimientos que marcaron el inicio de la actividad de la ferrería sevillana, la primera en ponerse en marcha durante el siglo XIX en Andalucía. Con el tiempo esas explotaciones que beneficiaba la fábrica de “El Pedroso” llegarían a ser ocho, seis de ellas situadas en la población pedroseña, y dos en la de San Nicolás del Puerto. Los comienzos de la Fábrica de Hierros de El Pedroso y Agregados se sitúa en 1817 pero Elorza no se incorpora a ella hasta enero de 1831, tal y como le indicaba en una misiva a su amigo y mentor Manuel José de Zabala, el tercer conde de Villafuertes: “Ahora paso al Pedroso a dirigir la ferrería que está en sus inmediaciones, que a pesar de hacer 14 años que están trabajando, y de haber consumido más de 4 millones y medio de reales, todo lo que hay valdrá poco más de 30.000 duros”. La llegada de Elorza fue providencial, sus amplios conocimientos técnicos, unidos a la experiencia recabada en sus múltiples viajes por las diferentes fábricas europeas, fueron factores decisivos para llevar a cabo una labor muy notable en la fábrica cazallera. Pocas veces un hombre ha marcado tan positivamente la trayectoria industrial de una comunidad como lo hizo Francisco Antonio de Elorza con la siderurgia andaluza del XIX. Un artillero de profesión, siderúrgico de vocación que con su extraordinario trabajo en las ferrerías malagueñas de “La Concepción” y “La Constancia”, y posteriormente en la de “El Pedroso”, ha puesto los nombres de Marbella, Cazalla y El Pedroso en un lugar preferente en la Revolución Industrial andaluza, y con el que indudablemente estamos en deuda. Acrecentada hoy con la perspectiva que nos da el tiempo, ahora que hace 175 años que dejó esta tierra para hacerse cargo de la fábrica de armas de Trubia (Asturias), y la de armas cortas de Oviedo. Francisco Antonio de Elorza y Aguirre Balzategui y Lizaur nació en Oñate, Guipúzcoa, el 4 de enero de 1798. Era hijo de Tomás Elorza y Balzategui, y María Josefa de Aguirre y Lizaur, con la que tuvo cuatro hijos: José, Francisco Antonio, Ángel y Celedonia. Sus padres eran naturales del barrio de Araotz donde Tomás poseía el caserío Aguirre Garaikua, el núcleo de población más alejada de Oñate, en el camino que va a Aránzazu. El 30 de junio de 1811, en plena guerra con Francia, Francisco, con apenas 13 años, viajó a Mallorca para ingresar en la Academia de Artillería. Allí se graduó de subteniente el 25 de julio de 1814 tras tres años de estudio. Como militar participó en las acciones de los Portillas y Padornelo pasando en comisión de servicio a Portugal. También apoyó al general Riego en el levantamiento de 1820, y en 1822 luchó en Cartagena contra los Cien mil Hijos de San Luis, que habían venido a España enviados por Francia para apoyar a Fernando VII. Elorza se rindió el 5 de noviembre junto a los generales Torrijos y Sancho, y como consecuencia tuvo que embarcarse con ellos camino del exilio. Ese año de 1822, el 9 de noviembre, falleció su madre. Su padre, sin embargo, había muerto a la edad de 68 años, en 1805, cuando él tenía 7 años. Tras cinco meses en Francia, en abril de 1824 se instaló en Lieja (Bélgica), donde se matriculó en su universidad para estudiar metalurgia, ciencias naturales, y explotación de minas, trabajando por las tardes en una tipografía. Ahí estuvo un año, trasladándose luego a Londres, para estudiar en la Escuela de Ciencias. Manuel Agustín de Heredia aprovechando su influencia en Madrid intercedió por Elorza ante el ministro de Fernando VII Luis López de Ballesteros, y el catedrático González de Azada desde París. En 1828 el artillero respondió positivamente al llamamiento del Gobierno español, para asumir la tarea de reconstruir la siderurgia española, ante la negativa del también artillero Francisco de Luxán. El Rey firmó una cédula permitiendo su regreso, que se produjo el 30 de marzo de 1829, restituyéndole el grado de capitán. Al llegar a Marbella se hizo cargo de la dirección facultativa de la ferrería de “La Concepción”, una de las dos junto a “La Constancia”, que Agustín de Heredia había fundado junto al río Verde (Marbella), y la playa de San Andrés (Málaga) respectivamente. Elorza abrió caminos en Ojén y Marbella para transportar el hierro magnético hasta las ferrerías, y al mismo tiempo perfeccionó el método de producción de acero. La labor desarrollada por Elorza en “El Pedroso” comenzó con el ordenamiento de la actividad: “Lo peor de todo son los abusos que se han introducido y que son preciso quitar para que la empresa tenga alguna utilidad, pues tanto a los operarios del Pays como | Trascripción de la leyenda bajo el retrato: EXMO. E YLTMO. SEÑOR D. FRANCISCO ANTONIO DE ELORZA Y AGUIRRE, MARISCAL DE CAMPO DE ARTILLERÍA, DIRECTOR QUE FUÉ DE LAS FÁBRICAS DE TRUBIA Y OVIEDO &. NACiÓ EN AROZ (OÑATE-GUIPUZCOA) EL 3 DE ENERO DE 1798 Y FALLECIÓ EN MADRID EL 3 DE NOVIEMBRE DE 1873. El cuadro se encuentra en el Museo del Ejército de Sevilla. a los extranjeros se les paga el doble que en Marbella, y lo primero que se trata es de quitar este desorden y otros de igual naturaleza, que me temo me proporcionen algunos malos ratos”. Pero no fue suficiente con poner orden, pues la misma situación de la fábrica le plantearía varias cuestiones que él consideraba que actuaban negativamente en su desarrollo, como eran: la falta de operarios especializados, la falta de circuitos de comunicaciones, la carencia de carbón de piedra, el paludismo, y además, las peculiares condiciones ambientales de la ferrería, todo ello resumido en una frase que hemos extraído de una de las cartas enviada a su amigo el conde de Villafuertes: “Yo continúo en mis ocupaciones habituales, decía, pero contrariado con la falta de agua, de gente y de carbones. Ha sido y es tan grande la sequía que contamos con menos agua todavía que en el mes de julio…”. Aun así ideó un sistema de contratación de operarios extranjeros, y españoles, con los que pretendía dar un empuje a la actividad, y en 1834 comenzó a contratar operarios especializados en tareas siderúrgicas venidos de Inglaterra, Bélgica, Francia, el Reino de Cerdeña, y El Piamonte, poniéndolos al servicio de la fábrica mediante un contrato al que llamó “escritura y contrato de obligación” que se firmaba ante notario por ambas partes. Así fue entre 1834 y 1841 que se firmaron 47 contratos renovables con los que él pretendía asegurar el servicio de esos operarios que sin duda deberían trabajar en condiciones muy negativas. Claro que en el mejor de los casos la actividad se desarrollaba durante 9 meses, y por eso Elorza aceptaba en los compromisos contractuales que se les permitiera trabajar en los pueblos vecinos cuando la actividad se detenía en la factoría como producto de las sequías estacionales. También sacó el mayor provecho a la energía motriz que le prestaba la rivera del Huesna, y el arroyo de San Pedro, construyendo en su curso 6 ruedas hidráulicas, entre ellas la mayor de las construidas en Europa, todas conectadas a las diferentes máquinas. Con lo que no pudo luchar Elorza fue con el endemismo de las fiebres palúdicas, las tercianas y las cuartanas, provocadas por la picadura del mosquito anopheles. Con lo cual los operarios quedaban postrados y enfermos por las fiebres. Cuando llegaba la canícula Elorza no se lo pensaba dos veces y junto a su esposa, Patrocinio Veamurgía, y sus dos hijas dejaba el lugar, desplazándose a Chiclana, como él mismo explicaba: “Huyendo de las tercianas que reinan los veranos en este punto me trasladé a Chiclana, a último del mes de Junio, y no he vuelto a esta fábrica hasta el 1º del corriente… (regresaba en la primera quincena de octubre)”. Respecto a los circuitos de comunicaciones Elorza trazó los que necesitaba la factoría. Pero uno de sus mayores logros, indudablemente, fue la creación de una plantación de árboles, pinos sobre todo, que le facilitaban el carbón de leña que precisaba, dada la carestía de los que procedían de Asturias y la dificultad de servirlos en la fábrica. Hizo así un bosque sostenible, aplicó una rotación de siembra y tala que le garantizó el aporte a la fábrica, de tal manera que cuando dejó la dirección de El Pedroso en 1844, en los terrenos adyacentes habían sembrados nueve millones de árboles. Elorza siempre mantuvo la fe de encontrar carbón mineral en la región, y por ello realizó múltiples prospecciones para encontrarlo desde Alanís hasta la cuenca del Viar. Rendido a la evidencia formó con un grupo de socios la compañía minera de “La Reunión”, para explotar los carbones de Villanueva del Río. Ese trabajo paciente y concienzudo, muchas veces luchando en contra de los elementos, permitió que “El Pedroso” lograra producir un hierro de gran calidad, premiado incluso en ferias como la de 1841. Lo que al mismo Elorza le sirvió para recibir el reconocimiento de la reina Isabel II, cuando en 1842 le concedió: “…la real y distinguida orden de Carlos III (…), premio del particular mérito que ha contraído por su talento y sacrificio en el establecimiento y dirección de las fábricas cuyos productos han sobresalido en la exposición pública del año 1841…”. Un año después La Gaceta del 16 de agosto informó de su ascenso al grado de comandante de artillería. La actividad desarrollada por Elorza tanto en Marbella y Málaga como en Cazalla supuso que las ferrerías andaluzas tuvieran la primacía productiva de hierro fundido durante treinta años. Es cierto que por medio estuvieron los conflictos carlistas y como consecuencia de ello la ralentización de las fábricas norteñas, cuando estas retomaron la senda productiva las andaluzas quedaron relegadas a un segundo plano, pero aun así habían dejado patente su tremendo potencial. En 1844, en un momento en que el Estado tenía la necesidad de dar un empuje a la fábrica de armas de Trubia y de armas cortas de Oviedo (la primera de ellas paralizada desde 1808), solicitó a Elorza que aceptase el ofrecimiento de dirigirlas. Elorza aceptó el reto, y por ello dejó la dirección facultativa de las fábricas andaluzas. Por R.O. del 18 de agosto de 1844 pasó a dirigirlas, pero detrás de él había quedado un trabajo solido, que perfectamente pudo tener, y haber tenido, una exitosa continuidad, pero su evolución fue irregular. Barcelona 2 de julio de 2018 Antonio Villalba Ramos. ([email protected]) La información vertida en el presente trabajo se encuentra desarrollada en varios trabajos recopilados en: VILLALBA Ramos, Antonio: “Cazalla de la Sierra, historia y tradición, artículos 1991-2013”. Barcelona, 2014. No se permite la reproducción total o parcial del presente trabajo sin la autorización expresa del autor. |
1 Comentario
Luis J. Tomás García M.Z.A. Y LA COMPAÑÍA DEL PEDROSO La relación entablada entre la Compañía M.Z.A. y la Compañía del Pedroso se remontaba al año 1876, fecha en que ésta última vendió a M.Z.A. las minas de carbón de Garrotal, Cañada y ampliación de las minas conocidas con el nombre de Montalvo, sitas en el término de Villanueva del Río, en Sevilla (6). Según escritura pública otorgada en Sevilla el 26 de diciembre de 1876, la Compañía de Minas y Fábrica de Hierros y Aceros del Pedroso vendió a M.Z.A. las minas señaladas anteriormente (7), comprometiénose la Compañía M.Z.A. “en virtud del contrato celebrado con la misma fecha, a suministrar a la del Pedroso, durante el término de tres años ampliables hasta ocho, y con las demás condiciones estipuladas en dicho convenio, 30.000 T. de carbón al precio de 70 reales la tonelada (8). ¿Constituye la venta de las minas que poseía la Compañía del Pedroso en Villanueva del Río un elemento más de la decadencia iniciada una década antes? En principio no parece ser así por dos razones. En primer lugar, por los términos mismos del contrato donde la Compañía M.Z.A. se compromete a suministrar 30.000 T de carbón en el plazo de tres años, cifra muy por encima de las expectativas reales de consumo del Pedroso, como más adelante comprobaremos. En segundo lugar, porque no se trata de la primera venta o cesión de minas de carbón que la Compañía del Pedroso realizó. En este sentido, hay que señalar cómo en 1840, la Compañía del Pedroso, propietaria de las minas de San Fernando, Vereda y Amistad, también en el término de Villanueva del Río, vendió las mismas a la Compañía de “La Reunión” (9). Esta venta presenta la curiosidad de ser hecha a una sociedad, la “Compañía de La Reunión”, cuyo director , el comandante de artillería Francisco Antonio Elorza, era también desde 1832 director facultativo de la Fábrica de Hierros y Aceros del Pedroso, bajo cuya gestión se desarrollaron los momentos más interesantes de esta siderurgia (10). La utilización del carbón de piedra de Villanueva del Río en los hornos de afinado del hierro de la Sociedad del Pedroso está datada desde 1831 con certeza (11), si bien es muy probable que su uso se remonte a los inicios de la siderurgia, que ya en 1817 se hallaba en funcionamiento (12). El comienzo de esta última etapa de actividad de la Fábrica del Pedroso (21) muestra una gran irregularidad a la par que un escaso producto. El informe de la Compañía M.Z.A. de abril de 1878 hacía referencia al problema: “la fábrica del Pedroso, hace como se ve, pedidos de muy poca importancia. Mientras la explotación de la línea de Mérida no llegue hasta sus mismos Talleres (22) parece que no puede pensarse un gasto mayor de combustible. Hasta la fecha le hemos suministrado 2.697 T a cuenta de su contrato. Sus pagos son exactos a los cuatro meses de plazo” (23). Corrobora esta misma idea una nota del informe de junio de 1878 que explica la situación: “ …El Pedroso nos ha pedido suspender por ahora el envío de carbón a su fábrica hasta que, habiendo pasado la época de las faenas del campo, vuelva a tener carretas para sus transportes” (24). Al término de los tres años iniciales del contrato con M.Z.A. la Fábrica del Pedroso sólo había consumido en sus hornos una décima parte del tonelaje pactado, exactamente 3.202,66 T. , que había alimentado la producción de no más de 1.500 T. de hierro afinado. Se hacía, de esta forma, necesaria la ampliación del contrato por otros cinco años desde el enero de 1880. Sólo a partir de 1882 se registra un período de mayor regularidad en el consumo, con valores superiores a las 2.000 T. anuales de carbón, y una tendencia progresivamente ascendente en los pedidos hasta el mismo momento de la presentación de la suspensión de pagos en 1888. Son los dos años anteriores a la suspensión de pagos los que registran, paradójicamente, el mayor volumen de pedidos; cantidades de carbón mineral muy similares a las consumidas en los años de mayor actividad de esta siderurgia. En esos mismos años anteriores al cierre de la explotación se produjo, también, una interesante tentativa de transformación en el sistema de producción de esta fábrica. Así, en 1884, la Sociedad del Pedroso tanteó la posibilidad de utilización de coke en la fundición y, para ello, solicitó información de las minas de La Reunión (M.Z.A.) sobre el precio de coste y la conveniencia del proyecto: “Je confirme aujourd’hui l’evaluation de mon précédent rapport estimant a 10 p. le bénéfice que nous pourrions faire par tonne de charbon transformée en coke pour l’usine a fer du Pedroso. En effet, d’aprés les derniers cours, le coke anglais arriverait au Pedroso à des prix compris entre 194,5 rs. Et 214,5 rs.: = 48,6 et 53,6 p. … le notre a 6 p. de moins que le minimun, c.a.d. a 42,5 p. soit 170 rs (dont 15 rs. de transport); nous arriverions au bénéfice indiqué…” (25). La rentabilidad del proyecto en los términos planteados por el Ingeniero Jefe de La Reunión era segura: un beneficio de 10 pts. por tonelada y un precio inferior en seis pesetas, como mínimos, en comparación con el coke inglés. Sin embargo, un año después, ante lo que parecía ya una propuesta formal para el suministro de coke a la Sociedad del Pedroso, la dirección de las Minas de la Reunión mostraba una gran cautela y trataría de eludir el compromiso. ¿Razones? Podemos encontrarlas en el sucesivo incumplimiento del contrato de 1876, sobre suministro, y de sus prórrogas, y sobre todo las dudas que planteaba la utilización del coke por la Sociedad del Pedroso. “…J’ajoute qu’ilest d’autant plus convenable de nous de’charger de ce soin sur la Cie. Du Pedroso… …Enfin il est doteux que l’emploi du coke par la Societé du Pedroso doive ëtre bien durable” (26). EL FUNDAMENTO DE UNA ESPERANZA DE PROGRESO LLAMADA “EL PEDROSO”. Para hacernos una fiel idea de la dimensión de la actividad económica de la Fábrica de Hierros y Aceros del Pedroso, en su etapa de mayor esplendor, resulta muy ilustrativa la descripción que hace Madoz de esta siderurgia en el año 1849 (13): “…Los hornos altos, que sirven para fundir los minerales de hierro, consumen en un año 95.000 qq y 15.000 qq de fundente de piedra calosa, y sobre 90.000 de carbones vegetales, dando una producción de 45 a 50.000 qq de hierro colado, entre ellos unos 4.000 en piezas moldeadas de maquinaria y otros efectos para la fab. y el comercio, cuyo consumo se aumenta de día en día. La mayor parte de este hierro se emplea en la oficina de cilindros, afinándolo para el comercio; otra buena porción en colado se vende para las fábricas de moldería, para la fundición de artillería de Sevilla, y para la cementación de las minas de cobre”. Era en la operación de afinado del hierro donde se daba empleo al carbón de piedra traído desde Villanueva del Río, y en la denominada “oficina de cilindros” donde tenía lugar el referido proceso que “…produce al año sobre 20.000 qq de hierro fino para el comercio, que siendo de excelente calidad hace más de tres años que no cesan los pedidos, principalmente de Sevilla, Cádiz, Valencia, Barcelona, Alicante, Madrid, Córdoba y Extremadura” (14). En aquella época, la Fábrica del Pedroso daba empleo a 160 hombres sin contar los que se dedicaban a la preparación del carbón vegetal o los que realizaban el transporte del mineral de hierro, del carbón y del producto mediante la utilización de carretas de bueyes, además de la carretería de los pueblos vecinos (15). La construcción del ferrocarril que facilitase las tareas de transporte y la comunicación con los principales puntos de mercado no tuvo lugar hasta el año 1874, cuando culmina el trazado iniciado en 1868 por el ingeniero sr. Pastor y Landero desde la estación de Tocina (línea Sevilla-Córdoba) hasta El Pedroso, pasando por las minas de carbón de La Reunión (16). LA ETAPA FINAL DEL PEDROSO Y EL CONSUMO DE HULLA Lo que bien pudo significar una nueva etapa de actividad intensa en la Fábrica de Hierros y Aceros del Pedroso, a partir de 1876, no fue más que la continuación del declive. Ya se había concluido el trazado ferroviario hasta El Pedroso (17) y existía la intención documentada de adquirir 30.000 T. de hulla en el plazo inicial de tres años. De haberse producido según los términos del contrato referido hubiera supuesto un consumo anual de 10.000 T, es decir, una cantidad suficiente para producir 4.000 T. de hierro afinado al año, aproximadamente el doble de la media alcanzada en su mejor momento (1832-1850). La realidad fue muy distinta: el tres de julio de 1879 se hizo necesaria la prórroga del contrato por cinco años, a contar desde primero de enero de 1880. A su vez, esta prórroga fue ampliada por otros tres años a la terminación de la anterior en 1884 (18). De tal manera que en el momento de presentación de la suspensión de pagos en el año 1888 la suma total de carbones pedidos a cuenta del contrato de 1876 era de 20.750 T., unas 9.250 menos de las previstas para consumir inicialmente en tres u ocho años (19). La evolución de los pedidos de carbón de la Compañía del Pedroso y las cantidades servidas desde 1876 hasta el cierre, en 1888, se expresan gráficamente a continuación en miles de toneladas. Evolución de los pedidos de hulla por la Compañía del Pedroso 1876 a 1888 (20) Certeramente el ingeniero jefe de las minas que M.Z.A. explotaba en Villanueva del Río, don Edmund Thiery, preveía el final de la empresa del Pedroso, un desenlace escalonado entre la suspensión de pagos de la Fábrica en enero de 1888 y la venta de sus minas de hierro en 1893. La venta de las minas de hierro del Pedroso, situadas en las proximidades de la fábrica y que alimentaron su producción siderúrgica durante más de 70 años, constituye el indicador final del proceso de extinción de las actividades de esta compañía. La casa contratante con la Compañía del Pedroso en la venta o cesión de las minas fue William Baird y Compañía, de Glasgow, que depositó a tal fin una importante cantidad que algunos estiman en 2.250.000 pesetas (27). Esta cantidad habría permitido satisfacer la mayor parte de los créditos hipotecarios, mientras que para los acreedores comunes y los accionistas quedaría el valor de la propiedad rústica -7.500 Has.- amén de la Fábrica de Hierros y todas las instalaciones anejas. LA OPORTUNIDAD PERDIDA “La localidad, las minas y la fábrica donde nacieron nuestras aficiones metalúrgicas e industriales”, en palabras del articulista de la Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería (28), vieron alejarse de este modo las ilusiones y esperanzas en un desarrollo autóctono basado en el aprovechamiento de las riquezas minerales que ofrecía el subsuelo de la comarca: minas de hierro del Pedroso, Cerro del Hierro y San Nicolás (29) y hulla de la cuenca del río Hueznar, las Minas de la Reunión, beneficiada desde 1876 por la compañía M.Z.A. en su mayor parte para el consumo ferroviario de sus líneas meridionales. La cantidad de mineral de hierro que contenían en 1893 los yacimientos que abastecieron a la Fábrica del Pedroso, según la memoria de los ingenieros Etchats y Mclaren (30), se aproximaba a los 20 millones de toneladas. La hulla procedente de la minas de La Reunión satisfacía con creces la demanda que efectuara la Fábrica; el precio mismo de esta hulla, 70 y 60 reales por tonelada, no podía ser más ventajoso, incluyendo la tarifa de transporte, si los comparamos con los precios que la hulla inglesa o asturiana mantenía en el puerto de Sevilla: hulla cribada a 107 reales por tonelada en 1884 y el tipo “todo uno” a 83 reales, variedades comúnmente servidas al Pedroso (31). ¿Qué factores fueron los que realmente provocaron el fin de esta pionera experiencia? Sin perder de vista la coyuntura económica desfavorable de finales de siglo XIX, el fracaso de esta empresa presenta aún muchos puntos oscuros. Deseamos que en adelante puedan acotarse debidamente y que los datos aquí aportados sean útiles para el esclarecimiento de los mismos. No obstante, resultaría adecuado dirigir la investigación hacia causas distintas de la ausencia de carbón mineral o su carestía para explicar el fracaso de la siderurgia del Pedroso. Las principales compañías ferroviarias españolas del siglo XIX -fuertemente penetradas por capital extranjero- obtuvieron la mayor parte del material del tendido viario en mercados foráneos, frustrando así en la mayoría de los casos las posibilidades de desarrollo de la siderurgia local. La principal razón, señalada por la mayoría de los historiadores, reside en las facilidades que los gobiernos de la época otorgaron a la importación de material del ferrocarril durante las décadas cruciales de la expansión ferroviaria en España: 1856-65, 1876-85 y 1896-95. Un hecho revelador que no pasó desapercibido para los contemporáneos como muestra la siguiente reflexión, a modo de conclusión: “La compañía de M.Z.A., dueña de la cuenca carbonífera de Villanueva del Río, que puede explotar mucho más en grande que lo hace, tiene carbón menudo para hacer cok, y puede perfectamente hacer acero duro o blando en el cubilote Robert para carriles y piezas moldeadas, y el coste que le tenga, aún en las poco favorables condiciones del Pedroso, será próximamente aquél a que tendrá que pagarlo cuando haya en el Gobierno el necesario juicio para cortar los abusos de la importación libre o favorecida del material de ferrocarriles” (32) Artículo publicado en REVISTA GADES. Cádiz, 1985. Revista nº 13, pp. 277 a 287. _____________ (1) Tedde, P.: “Un capitalismo precario (1874-1920)”. Historia de Andalucía, tomo VIII, capítulo IV. CUPSA –Planeta Editorial. Barcelona, 1980. (2) Copia del informe emitido por el Jefe de lo Contencioso al Director General de la Compañía MZA. Madrid, 5 de mayo de 1900, pág. 2. Archivo de “Minas de la Reunión”, (en adelante A.M.R.). Expedientes varios, carpeta 13-10. (3) Nadal, J.: “Las cifras de producción disponibles ratifican seis lustros de predominio meridional: en 1844, Río Verde-Málaga, con 7.829 T., y Pedroso, con 1.368, aportaron el 85,5 % de todo el hierro colado español; en 1856, 4.811 y 1890 T. sobre un total de 15.227… (datos de la Estadística Minera de 1856)”, de su obra “El Fracaso de la Revolución Industrial en España, 1814-1913”, pág. 170. Barcelona 1980, 4ª reimpr. (4) Copia del informe emitido por el Jefe de lo Contenciosos…pág. 2, - A.M.R. (5) Informes mensuales del Ingeniero Jefe de Minas de la Reunión (M.Z.A.) al Director General de la Compañía. Años 1887 y 1888. Exp. 249/12 y 249/13, Archivo del Centro de Estudios y Documentación de RENFE. (6) Memorias del Yacimiento hullero de La Reunión, págs.. 7 y 8. -A.M.R. (7) Según consta en las citadas Memorias el precio pagado fue de 75.000 pesetas. (8) Copia del informe emitido por el Jefe de lo Contencioso…, pág. 1. (9) La Compañía de la Reunión se constituyó el 18 de mayo de 1839 en Cádiz con el fin de explotar las minas de carbón de Villanueva del Río, según reza en la Escritura de Asociación que a tal fin realizaron don Antonio Zulueta (de Pedro Zulueta y Comp.), don José Manuel Vadillo, consejero honorario de Estado y senador por la provincia de Jaén, don Jerónimo Hernández Enrile, don Ignacio de Lizana y don Francisco Antonio de Elorza, los cuatro primeros vecinos de la ciudad de Cádiz y el último de Cazalla de la Sierra, Sevilla. Escritura otorgada en el Registro de don Joaquín Rubio, Notario. Escribanía 14, tomo 3.231, folios 769 y 770. Archivo Histórico provincial de Cádiz. (10) Madoz, P.: “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar” Tomo VI, pág. 270. Madrid 1849, 2ª Ed. (11) Memoria del Yacimiento de la Reunión, pág. 4. Cit. (12) Para el comienzo de las actividades del Pedroso: Luxán, F.: “Viaje científico a Asturias…” pág. 151. Citado por J. Nadal, op. cit. pág. 168. (13) Madoz, P.: op. cit., pág. 269, Tomo VI. (14) Las cifras de producción citadas por J. Nadal para 1844 difieren con las señaladas aquí por Madoz para los años precedentes a 1849: 45 a 50.000 qq de hierro colado, o sea 2.170 T frente a las 1368 T. citadas por Nadal. (15) Madoz, P.: op. cit., pág. 270. (16) Memoria del Yacimiento hullero de La Reunión, pág. 8. (17) Sin embargo, el ramal ferroviario que uniría la instalación fabril, separada unos cinco kilómetros de la población, no se terminó hasta 1885 cuando quedó completa la línea Sevilla-Mérida. (18) Copia del informe emitido por el Jefe de lo Contencioso…pág. 1. (19) Informe mensual (enero de 1888) del Ingeniero Jefe de las Minas de la Reunión al Director General de M.Z.A. 249/13 RENFE.: Notification de la suspensión de paiements de la Societé du Pedroso”. (20) Datos obtenidos a partir de los expedientes de la Contabilidad anual de Minas de la Reunión (A.M.R.) y de los informes mensuales a la Dirección General de M.Z.A. (Archivo del Centro de Documentación de RENFE). (21) Nadal cita un efímero encendido de los hornos entre 1918-1921. Op. cit., pág. 174. (22) Como ya se ha dicho, el ferrocarril desde la estación de Tocina hasta el Pedroso estaba concluido en 1874, pero no así el enlace de las instalaciones de la fábrica con la estación de El Pedroso. (23) Informe mensual, abril 1878, a la Dirección General de M.Z.A. 249/3. RENFE. (24) Ibídem. Junio de 1878. (25) Informe marzo 1884. Commerce du charbon. 249/9. RENFE. (26) Informe de febrero 1885. “Commerce”. 249/10 RENFE. (27) Revista Minera... año 1893. “La venta de las minas del Pedroso”. pág 99. (28) Op. cit., pág. 100. (29) “Posee la compañía seis minas en el término del Pedroso; dos de mineral magnético en la deh. nombrada de Navalostrillos… … y cuatro en la sierra del Cañuelo. Las restantes en el pueblo de San Nicolás del Puerto, a tres y media leguas de la fábrica…” Madoz P., cit. Pág. 270.(30) Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería, op. cit., pág. 100. (31) Informe mensual , febrero 1884. “Commerce du charbon”. 249/9 RENFE. (32) Revista Minera…, op.cit. pág. 100. Año 1893. - J.G.H.: ”La venta de las Minas del Pedroso”-. |
AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
José Mª Durán Ayo ARTÍCULOS DE José Mª Durán Ayo MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA. José María Odriozola Sáez CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. Luis Odriozola Ruiz Archivos del blog por MES
Noviembre 2022
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