Hace unos días, José Luis Jiménez, alertaba, y lamentaba, en su Facebook, la destrucción de la antigua Capilla Panteón de la familia Cabrera Lazcárate. Ante ello, desde LA FUNDICIÓN, lamentamos también una perdida más en nuestro patrimonio artístico.
(Las fotografías pertenecen al archivo de J.L. Jiménez y a los autores que figuran al pie.)
Permitidme usar el título de aquella gran novela de García Márquez, viene al pelo.
No recuerdo en qué año se hizo el cambio del cementerio que existía junto a la ermita de la Virgen del Espino a la ubicación actual, pero sí recuerdo la sorpresa que me causó, hace ya mucho tiempo, ver aquel antiguo camposanto convertido en un parque infantil. Y más aún encontrarme la Capilla-Panteón de la Familia Cabrera Lazcárate convertida en la casa de los Pitufos. Ignoro de quién fue la idea de transformar su estilo neogótico en tan peculiar refugio, pero el arquitecto que se atreviera a tan “magna obra” debió hacerlo por orden de una preclara mente superior. No veo yo a un artista-urbanista, haciendo esto “motu proprio”. Imagino que la sensibilidad, al desmontar esculturas y pináculos, se le fue por los suelos. Más tarde, y ya transformada en la multicolor casita, quizá terminó por gustarle. Lástima que no fuera completo su uso para el disfrute de los pequeños, pues el interior, de aquello que fue lugar sagrado, finalmente quedó oculto por una misteriosa puerta de hierro azul, a modo de fortaleza inexpugnable, quizá con la intención de fomentar el imaginario de la chiquillería, que todo se puede esperar de “un superior”.
Para que “la performance” quedara completa, a su decoración escultórica podría haberle dado una manita de dorados y a la imagen de arriba, pudo quedarle bien un gorrito y una flauta, para completar el cuento. Pero no, debieron triturarlos para hacer los caminitos. Y en estas culminó el trabajo con una veleta a modo de luna lunera cascabelera. Todo un epílogo al gran trabajo de pintar ladrillo por ladrillo y teja por teja de colorines. Macabro e irrespetuoso, al tiempo que la culminación de lo kitsch.
(Dicionario de la RAE: Kitsch: estética
pretenciosa, pasada de moda y considerada de mal gusto). Creo que se queda corta la Real Academia de la Lengua en su descripción, pero quizá pretendían colorear el cielo de quienes allí reposaron. En fin...
Me cuentan que la recién creada, por entonces, Hermandad de la Virgen del Carmen, solicitó que le fuera cedida la capilla para su sede, encargándose del cuidado y mantenimiento. Claro es, solicitud realizada antes de los desmanes. Pero no le fue concedida. Probablemente ya estaría adjudicada la partida para su modernización pinturera y ante eso, ni Boyer que por aquellos años expropió Rumasa, habría cambiado el destino del presupuesto.
La degradación posterior ni quitó ni puso nada a una pérdida arquitectónica irremediable.
Ciertamente, no era la Medina Azahara cordobesa, destruida por los almohades allá por el 1020, ni el templo de Baal en la Palmira del 2015, dinamitado por el ISIS (aunque la sensibilidad fuesen parejas) pero su derribo final, el de la Capilla de la familia Cabrera Lazcárate, sita en los terrenos municipales del que fuera cementerio de El Pedroso, se llevó a cabo en el año del Señor de 2017 y su mes de Mayo. Gracias, José Luis, por informarme y constatar fotagráficamente para que permanezca en nuestra memoria "histórica".
Y para las siguientes generaciones quedan las fotos y el contexto de que esto sucedía mientras se consultaba en referéndum si se ampliaba -o no- el Centro de Defensa Forestal en La Jarosa.
Pregunta algún socio, que cómo la Asociación Cultural LA FUNDICION no ha hecho nada para evitarlo “… mientras intentamos hacer a El Pedroso Villa del Libro a nivel internacional, mientras seguimos profundizando para rescatar y conservar nuestra historia cotidiana, mientras intentamos restaurar la memoria de la minería y siderurgia, mientras informamos que las pinturas del Sagrario están en peligro…” pues queridos socios y lectores, fuimos convocados por el Ayuntamiento para informarnos sobre el nuevo CEDEFO, pero no sobre su intención de acabar con lo poco que quedaba de la mencionada capilla, en ese momento, cierto es, ya degradada hasta ser irreconocible.
La muerte de un trocito de nuestro patrimonio artístico se produjo ya en el primer ictus, la degradación era la consecuencia ante la desidia y la falta de sensibilidad, dos factores que nunca fueron buenos paliativos.
En el pesimismo: De nihilo, nihilum. ("Nada surge de la nada". O también "De la nada, nada proviene". Parménides. Filósofo griego.)
En el optimismo: Ut sementem feceris, ita metes (Que en traducción literal dice: "Como hayas sembrado, así también cosecharás". Cicerón. Filósofo romano.)
Seguiremos sembrando.
Tomás L. Chaves Antolín
Presidente de la Asociación Cultural LA FUNDICIÓN de El Pedroso
(Las fotografías pertenecen al archivo de J.L. Jiménez y a los autores que figuran al pie.)
Permitidme usar el título de aquella gran novela de García Márquez, viene al pelo.
No recuerdo en qué año se hizo el cambio del cementerio que existía junto a la ermita de la Virgen del Espino a la ubicación actual, pero sí recuerdo la sorpresa que me causó, hace ya mucho tiempo, ver aquel antiguo camposanto convertido en un parque infantil. Y más aún encontrarme la Capilla-Panteón de la Familia Cabrera Lazcárate convertida en la casa de los Pitufos. Ignoro de quién fue la idea de transformar su estilo neogótico en tan peculiar refugio, pero el arquitecto que se atreviera a tan “magna obra” debió hacerlo por orden de una preclara mente superior. No veo yo a un artista-urbanista, haciendo esto “motu proprio”. Imagino que la sensibilidad, al desmontar esculturas y pináculos, se le fue por los suelos. Más tarde, y ya transformada en la multicolor casita, quizá terminó por gustarle. Lástima que no fuera completo su uso para el disfrute de los pequeños, pues el interior, de aquello que fue lugar sagrado, finalmente quedó oculto por una misteriosa puerta de hierro azul, a modo de fortaleza inexpugnable, quizá con la intención de fomentar el imaginario de la chiquillería, que todo se puede esperar de “un superior”.
Para que “la performance” quedara completa, a su decoración escultórica podría haberle dado una manita de dorados y a la imagen de arriba, pudo quedarle bien un gorrito y una flauta, para completar el cuento. Pero no, debieron triturarlos para hacer los caminitos. Y en estas culminó el trabajo con una veleta a modo de luna lunera cascabelera. Todo un epílogo al gran trabajo de pintar ladrillo por ladrillo y teja por teja de colorines. Macabro e irrespetuoso, al tiempo que la culminación de lo kitsch.
(Dicionario de la RAE: Kitsch: estética
pretenciosa, pasada de moda y considerada de mal gusto). Creo que se queda corta la Real Academia de la Lengua en su descripción, pero quizá pretendían colorear el cielo de quienes allí reposaron. En fin...
Me cuentan que la recién creada, por entonces, Hermandad de la Virgen del Carmen, solicitó que le fuera cedida la capilla para su sede, encargándose del cuidado y mantenimiento. Claro es, solicitud realizada antes de los desmanes. Pero no le fue concedida. Probablemente ya estaría adjudicada la partida para su modernización pinturera y ante eso, ni Boyer que por aquellos años expropió Rumasa, habría cambiado el destino del presupuesto.
La degradación posterior ni quitó ni puso nada a una pérdida arquitectónica irremediable.
Ciertamente, no era la Medina Azahara cordobesa, destruida por los almohades allá por el 1020, ni el templo de Baal en la Palmira del 2015, dinamitado por el ISIS (aunque la sensibilidad fuesen parejas) pero su derribo final, el de la Capilla de la familia Cabrera Lazcárate, sita en los terrenos municipales del que fuera cementerio de El Pedroso, se llevó a cabo en el año del Señor de 2017 y su mes de Mayo. Gracias, José Luis, por informarme y constatar fotagráficamente para que permanezca en nuestra memoria "histórica".
Y para las siguientes generaciones quedan las fotos y el contexto de que esto sucedía mientras se consultaba en referéndum si se ampliaba -o no- el Centro de Defensa Forestal en La Jarosa.
Pregunta algún socio, que cómo la Asociación Cultural LA FUNDICION no ha hecho nada para evitarlo “… mientras intentamos hacer a El Pedroso Villa del Libro a nivel internacional, mientras seguimos profundizando para rescatar y conservar nuestra historia cotidiana, mientras intentamos restaurar la memoria de la minería y siderurgia, mientras informamos que las pinturas del Sagrario están en peligro…” pues queridos socios y lectores, fuimos convocados por el Ayuntamiento para informarnos sobre el nuevo CEDEFO, pero no sobre su intención de acabar con lo poco que quedaba de la mencionada capilla, en ese momento, cierto es, ya degradada hasta ser irreconocible.
La muerte de un trocito de nuestro patrimonio artístico se produjo ya en el primer ictus, la degradación era la consecuencia ante la desidia y la falta de sensibilidad, dos factores que nunca fueron buenos paliativos.
En el pesimismo: De nihilo, nihilum. ("Nada surge de la nada". O también "De la nada, nada proviene". Parménides. Filósofo griego.)
En el optimismo: Ut sementem feceris, ita metes (Que en traducción literal dice: "Como hayas sembrado, así también cosecharás". Cicerón. Filósofo romano.)
Seguiremos sembrando.
Tomás L. Chaves Antolín
Presidente de la Asociación Cultural LA FUNDICIÓN de El Pedroso
PARA ENVÍO DE COLABORACIONES: [email protected]