En estas jornadas de recogimiento obligado, no hay nada mejor que un buen libro. Y con tal premisa, desde la Asociación Cultural LA FUNDICIÓN de El Pedroso, solicitamos al pedroseño José María Durán Ayo y a la Editorial "La hoja del monte", que nos autorizaran a llevar LA MEMORIA PRODIGIOSA. Historia y recuerdos de El Pedroso, a este medio digital como es CRÓNICASblog. Agradecemos la generosidad, tanto del escribidor (como le gusta denominarse) como a la editorial; y a partir de hoy iremos desgranando los capítulos diariamente.
Seguro que todos disfrutaremos con el goce de su lectura, o relectura para otros. LA MEMORIA PRODIGIOSA. Historias y recuerdos de El Pedroso. JOSÉ MÁRÍA DURÁN AYO © 2017. José María Durán Ayo. © de esta edición 2017 Editorial: La Hoja del Monte SL Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso de la editorial. A PABLO y ELENA, mis hijos. Y a RAÚL y PAULA para cuando sientan la curiosidad de saber cómo era el pueblo de su abuelo Pepe. INTRODUCCIÓN ELOGIO DE LA MEMORIA. El presente de las cosas idas es la memoria. Agustín de Hipona, Confesiones, XI. La memoria, esa capacidad primordial del ser humano, ha sido objeto de atención desde las culturas más arcaicas. En la mitología griega, los dioses se liberan de un destino trágico y de su condición de mortales cuando recuperan la memoria. Para Platón la memoria es requisito imprescindible para alcanzar el conocimiento, de ahí su sentencia “Aprender es Recordar”. Pero la memoria de los humanos es tan frágil, selectiva y subjetiva, que se aleja de la realidad, para dejar paso a la fantasía e imaginación. Memoria, imaginación, fantasía… Es el caso de este primo-roso trabajo que Pepe Durán ha escrito con tanto cariño y devoción, a partir de los recuerdos propios y de nuestros mayores e indagando en diversos archivos y bibliotecas. Las memorias personales tienen un valor inmenso, porque contribuyen al conocimiento del pasado y cómo la sociedad se relaciona con él; cada una de las historias personales o experiencias individuales relatan procesos históricos vividos y son un complemento para la construcción de una memoria colectiva de un período concreto. Tienen tanta importancia como puedan tener los archivos personales y privados de artistas, políticos, científicos o empresas. Son pequeños o grandes eslabones para el mejor conocimiento del devenir histórico, se convierten en un complemento básico, y muchas veces esencial, para la construcción de la gran Historia. Pero no nos quedemos ahí, en el pasado, cada generación está obligada a dejar una memoria digna de ser recordada y es-tudiada por generaciones futuras. La conservación del patrimonio natural, cultural, artístico o etnográfico, que muestra una precisa imagen de nosotros, provocará en generaciones futuras un impacto social y económico. Sin esa memoria heredada no conocerán sus raíces, ni podrán construir su identidad. Por ello, en el caso de El Pedroso, es de agradecer desde aquí, la restauración de las Escuelas Nuevas, edificio civil emblemático, recuperado para Centro de la Cultura, con un proyecto de Tomás L. Chaves Antolín y puesto en marcha por el entonces equipo municipal encabezado por Manuel Meléndez y el Concejal de Cultura José Luis Jiménez, y la renovación de la Biblioteca Pública José Manuel Lara Bosch, con equipamiento y fondos bibliográficos donados por su titular. La fotografía, considerada como patrimonio cultural y apoyo para la investigación, es uno de nuestros mejores fondos documentales gracias a la incansable labor de Ignacio Guerrero, y más recientemente, de Winoco Marín Gallego, entre otros, que han sabido captar realidades, vivencias y testimonios en el espacio y en el tiempo. Por otra parte, estudiosos como José Cortés Gallego y Antonio García García, rastreando en diversidad de archivos, nos han puesto sobre la pista de muchos acontecimientos y documentos imprescindibles para los investigadores. Falta ahora rescatar del olvido dos importantes fondos documentales, el de la familia Arnaud y el de la Casa Guerra Sevillano, este último donado al Ayuntamiento por la familia García López. Fondos que custodian la memoria de una actividad económica que probablemente cambió la idiosincrasia de la población en los albores del siglo XX. Todos los casos nombrados son ejemplos de preservación de la memoria, de reflejo de la voluntad de una sociedad por man-tener lo que hemos sido y somos. Aunque no siempre ocurre así. La importancia de los documentos y vestigios también se puede valorar por la “falta de ellos” o el interés que se tenga en su destrucción. Lo que se olvida, deja de existir. En la Roma clási-ca el olvido era una pena a cumplir, “damnatio memoriae”, abolir el recuerdo, desterrar el nombre de los que han sido considera-dos enemigos, práctica que se ha dado a lo largo de la Historia. Hay episodios nefastos en donde la memoria sobre determinados acontecimientos, guerras, represión..., no parece interesar. La destrucción de nuestro archivo municipal, en un incendio provocado, |
pocos días antes de las elecciones de 1982, nos ocultó nuestra historia para siempre, destruyó parte de nuestra memoria, quizás con la intención de construir otra.
Esta obra rescata memorias, prodigios, realidades y fantasías que sin duda nos proporcionará una lectura llena de interés y curiosidad. Deseamos que también sirva de estímulo para que jóvenes y estudiantes conviertan a sus ascendientes en referente y utilicen estos recuerdos para buscar su identidad y reconocimiento social. Mercedes Cataño Gutiérrez. Asociación Cultural LA FUNDICIÓN de El Pedroso. PRÓLOGO
Andaba yo dándole vueltas al título, cuando visité de nuevo en su casa a una de las personas que con más eficacia me ayudaba en los menesteres de documentación: Pepe Lora. Me acompañaba en esta visita Mercedes González, amiga y consocia de “La Fundición”, la asociación de pedroseños entusiastas que me había animado meses atrás a emprender la aventura de escribir este libro. Como en ocasiones anteriores, Pepe tenía preparadas varias hojillas cuadriculadas repletas de nombres y datos. Después de comentarlas, y cuando ya nos despedíamos, con su voz un poco apagada pero firme y clara, nos dijo con sencillez: “Ah, y recuerdo perfectamente la aurora boreal que vimos en El Pedroso cuando la guerra, el año 38”. Mercedes y yo nos miramos, sonrientes e incrédulos, nos despedimos de nuestro anfitrión y ya en la calle nos dijimos: “¿Una aurora boreal en El Pedroso? Imposible. Eso es un fenómeno que sólo se produce en el Polo Norte de la Tierra. Pepe está confundido y en esto se le ha ido la cabeza”. Aquella misma noche, Mercedes me envió un mensaje al móvil con este texto: “Increíble. Cierto. Hace 80 años una aurora boreal se vio en toda España, en plena guerra civil. Lo de Pepe es maravilloso. Tiene una memoria prodigiosa”. Y así nació el título de este libro, La Memoria Prodigiosa, porque afortunadamente así es –prodigiosa, extraordinaria, asombrosa– la memoria de todos los que han colaborado con el autor en la elaboración, en la documentación y en las anotaciones de este volumen. Este no es un libro de Historia, con mayúsculas, escrito por sabios y sesudos especialistas. No se le exija, pues, rigor científico porque, aunque he manejado abundante documentación complementaria, es un libro de historias, con minúsculas, anécdotas, hechos y sucesos basado en recuerdos vividos o conocidos por el autor y otras muchas personas sobre las gentes y la vida de El Pedroso en un periodo de tiempo bien determinado: los primeros sesenta años del pasado siglo XX. La Memoria Prodigiosa es desde luego un libro incompleto, porque con toda seguridad los lectores hallarán lagunas y errores. Por ello tiene también el carácter de libro abierto, es decir dispuesto a aceptar gustosamente las rectificaciones, enmiendas y aclaraciones que se aporten con vistas, si posible fuera, a una nueva y futura edición. Pretendo, igualmente, que sea un libro didáctico, que sirva para que las nuevas generaciones de pedroseños de la era de Internet conozcan y sepan del pasado de su pueblo y de sus mayores. Y sobre todo es un libro colectivo en el que hay una parte destacada de recuerdos personales del autor, pero también una importante aportación de muchos paisanos y amigos que han colaborado desinteresadamente. Es justo, por tanto, dejar constancia de mi gratitud: A Pepe Lora, que suma a su bonhomía, siendo ya nonagenario, una extraordinaria retentiva. A Paco López, que con tanta generosidad me ofreció su valiosa colección de documentos y compartió conmigo apuntes, datos y reflexiones. A Juan Vizuete, que atesora una memoria extraordinaria de casos, ocurrencias y sucesos divertidos e inacabables. A Paco Gutiérrez, Monte y Luisa Brito, Antonio Pérez, Carmen Gallego, Gloria Durán, Pepe García y Julia Rodríguez, Manolita López, Tomás L. Chaves, Maruja Marín, Luis Rubio, Trini Saéz, Jesús Jiménez y Conchita Martínez, que me ofrecieron con largueza sus recuerdos y sus notas; a Winoco Marín que puso a mi disposición su impagable colección fotográfica, y a Mercedes Cataño, Elena Durán, Mercedes González Santamaría, Julio Fernández Domínguez, Lourdes Alonso Cuesta, José Luis Jiménez Martín y Jaime Forcada, que me ayudaron en la realización material del libro y me orientaron con sus puntos de vista y sus opiniones. Debo también expresar mi gratitud a mi amigo Antonio Laborda, alma de la editorial La Hoja del Monte, que creyó pronto en este proyecto con el mismo entusiasmo del autor, pero con mayor arrojo. Una cosa más: como quiera que el autor ha dedicado su vida profesional a la comunicación y a la información, el libro se nutre lógicamente con los diversos estilos de su oficio, y así en ocasiones parecerá que escribe un reportero, otras un guionista, a veces un narrador o quizá un periodista e incluso un fabulador. Por resumirlo en una palabra: un escribidor, como diría Vargas Llosa. Y así, con ese nombre o alias, aparecerá a lo largo de las páginas del libro, como escribidor. El escribidor desea, pues, que este memorial sirva para reconocernos los pedroseños en un pasado común. Y hacerlo gozosamente, porque –como escribió el poeta latino Marcial– Disfrutar de los recuerdo es vivir dos veces la vida”. De eso se trata. José María (Pepe) Durán |
1 Comentario
María Rosa Alvarez Alejo
8/4/2020 14:38:11
Gracias por vuestro esfuerzo y entrega en éste empeño. He leído el libro que me ha resultado apasionante. Un saludo
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AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
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