ELPEDROSOMINEROE
INDUSTRIALELFINAL
Un comienzo no desaparece nunca, ni siquiera con un final.
(Harry Mulisch)
Entrando en el siglo XX, El Pedroso ya había perdido sus expectativas industrializadoras a partir del hierro, y con el tiempo se vería que no solo a partir del hierro. En ese momento, una oferta pública de la firma Juan Mac Dougall contra la empresa Minas y Fábrica de El Pedroso la convierte en propietaria. Las minas son vendidas a The Iron Mine, con las explotaciones de “Rosalino”, “Monteagudo”, “Juan Teniente” “Navalázaro” y “Navalostrillo”.
La Siderúrgica de El Pedroso fue arrendada a la familia Latorre de empresarios locales, en 1927 pasó a denominarse Siderúrgica del Huéznar y en 1931 parte de las explotaciones mineras son apetecidas por la “Compañía Sevillana de Ferrocarriles Minas y Metalurgia, S.A.” en abierto enfrentamiento con los restos de explotación aún en manos de la “Wiliam Baird Mining Cº Ltd”. Las instalaciones de transporte de material dentro de las minas se realizaban mediante vías tipo Decauville, servidas por tracción de sangre. En tanto que el material hasta la fundición de El Pedroso se transportaba en carretas. En 1946 las minas de El Pedroso pasaron a manos de la Sociedad Nueva Montaña Quijano, que las cerró en 1985. Extraido de http://www.spanishrailway.com/ Y como decíamos al principio, con el tiempo, no solo perderíamos aquellas expectativas industrializadoras, poco a poco desaparecían otras que terminaron por desangrar el tejido productivo en general y, como consecuencia, a la población. Así, y de forma más rápida que lenta dejaron de existir, una tras otra, todas las empresas: molinos de aceite, fábricas de jabón, de materiales de construcción, granjas de gallinas ponedoras, distintas fábricas en torno a la madera con algún fabricante de muebles de importante producción, el granito... y alrededor, distintos artesanos del hierro caían, |
Ilustraciones Tau Cruz
caían las tiendas y en definitiva, como arena entre las
manos se iba la posibilidad de sobrevivir. La emigración fue la única salida, que no el desarraigo, pues toda familia que se marchaba a un incierto futuro con sus pocas pertenencias, lo hacia con lágrimas en los ojos. La democracia nos trajo ilusión; el corcho, materia prima por excelencia y con arraigada denominación por su origen pedroseño, resurgía; una incomparable productora de embutidos y secadero, emergía de aquella masa de granito donde se construyó, creando puestos de trabajo y poniendo en valor otra de nuestras más emblemáticas producciones autóctonas, el cerdo ibérico. Pero, pero... el aire de la sierra tampoco sopló a nuestro favor y se llevó el corcho, se llevó los magníficos embutidos... Cierto, no fue el aire de la sierra, ese siempre nos arrulla con su murmullo entre los eucaliptos del Espino, fue, y sintetizando, "lo de siempre". Pero seamos optimistas y terminemos con la frase que encabeza este espacio: Un comienzo no desaparece nunca, ni siquiera con un final. |