En el pasado Diciembre, durante las Jornadas del Patrimonio Industrial que llevamos a cabo entre Fábrica y El Pedroso, la conferenciante Pilar Orche nos recordaba que en 2018 se cumplían los 175 años en que el Ingeniero D. Francisco de Elorza y Aguirre dejaba El Pedroso para incorporarse a las Fábricas de Trubia y Oviedo, así como lo poco que era reconocido en nuestro entorno. Y cierto es que tan destacada figura nunca tuvo el reconocimiento oficial de nuestro pueblo, que dedicó calles a próceres y políticos diversos sin ninguna vinculación local. No estaría mal que estuviera en la agenda del Ayuntamiento rectificar este agravio devenido en el tiempo, traduciéndose en forma y fondo adecuados con motivo del citado aniversario. Vaya desde aquí la propuesta de LA FUNDICIÓN y, como ya es sabido, la colaboración que al efecto necesite la Corporación. De momento, sea este aniversario una excusa para rememorar su figura y su obra entre nosotros. De esta manera abrimos capítulo con Antonio Villalba Ramos, creo que el investigador y escritor que más datos ha recabado sobre su figura en la etapa pedroseña, y que nos ha hecho llegar, siempre desinteresadamente, mediante conferencias e interesantísimos artículos. Gracias una vez más, Antonio, por tan destacadas aportaciones, sin duda equiparables a tu generosa disposición. Tomás L. Chaves Antolín Presidente de la Asociación Cultural LA FUNDICIÓN de El Pedroso. DEL PASO DE FRANCISCO DE ELORZA POR EL PEDROSO 1831-1844 Antonio Villalba Ramos En la edición de agosto de 1838, el periódico madrileño el Eco del Comercio, anunciaba en el apartado de adjudicaciones la realizada a la Fábrica de Hierros de El Pedroso y Agregados: “…y en su nombre al director facultativo de las minas D. Francisco Antonio de Elorza, a la que se le ha adjudicado en 12 del referido mes tres pertenencias de minas que tenían registradas en la de hierro oligisto titulada de las Grajas, sita en el cerro de este nombre, término de la villa de San Nicolás del Puerto”. Una concesión que le hacía el Estado 21 años después de que le hubiese cedido las minas sitas en el Cerro Monteagudo, nombradas “Rosalino-San Julián” y “Juan Teniente”, “El Fontanal” y “El Cañuelo”, todas ellas en el término municipal de El Pedroso. Unos yacimientos que marcaron el inicio de la actividad de la ferrería sevillana, la primera en ponerse en marcha durante el siglo XIX en Andalucía. Con el tiempo esas explotaciones que beneficiaba la fábrica de “El Pedroso” llegarían a ser ocho, seis de ellas situadas en la población pedroseña, y dos en la de San Nicolás del Puerto. Los comienzos de la Fábrica de Hierros de El Pedroso y Agregados se sitúa en 1817 pero Elorza no se incorpora a ella hasta enero de 1831, tal y como le indicaba en una misiva a su amigo y mentor Manuel José de Zabala, el tercer conde de Villafuertes: “Ahora paso al Pedroso a dirigir la ferrería que está en sus inmediaciones, que a pesar de hacer 14 años que están trabajando, y de haber consumido más de 4 millones y medio de reales, todo lo que hay valdrá poco más de 30.000 duros”. La llegada de Elorza fue providencial, sus amplios conocimientos técnicos, unidos a la experiencia recabada en sus múltiples viajes por las diferentes fábricas europeas, fueron factores decisivos para llevar a cabo una labor muy notable en la fábrica cazallera. Pocas veces un hombre ha marcado tan positivamente la trayectoria industrial de una comunidad como lo hizo Francisco Antonio de Elorza con la siderurgia andaluza del XIX. Un artillero de profesión, siderúrgico de vocación que con su extraordinario trabajo en las ferrerías malagueñas de “La Concepción” y “La Constancia”, y posteriormente en la de “El Pedroso”, ha puesto los nombres de Marbella, Cazalla y El Pedroso en un lugar preferente en la Revolución Industrial andaluza, y con el que indudablemente estamos en deuda. Acrecentada hoy con la perspectiva que nos da el tiempo, ahora que hace 175 años que dejó esta tierra para hacerse cargo de la fábrica de armas de Trubia (Asturias), y la de armas cortas de Oviedo. Francisco Antonio de Elorza y Aguirre Balzategui y Lizaur nació en Oñate, Guipúzcoa, el 4 de enero de 1798. Era hijo de Tomás Elorza y Balzategui, y María Josefa de Aguirre y Lizaur, con la que tuvo cuatro hijos: José, Francisco Antonio, Ángel y Celedonia. Sus padres eran naturales del barrio de Araotz donde Tomás poseía el caserío Aguirre Garaikua, el núcleo de población más alejada de Oñate, en el camino que va a Aránzazu. El 30 de junio de 1811, en plena guerra con Francia, Francisco, con apenas 13 años, viajó a Mallorca para ingresar en la Academia de Artillería. Allí se graduó de subteniente el 25 de julio de 1814 tras tres años de estudio. Como militar participó en las acciones de los Portillas y Padornelo pasando en comisión de servicio a Portugal. También apoyó al general Riego en el levantamiento de 1820, y en 1822 luchó en Cartagena contra los Cien mil Hijos de San Luis, que habían venido a España enviados por Francia para apoyar a Fernando VII. Elorza se rindió el 5 de noviembre junto a los generales Torrijos y Sancho, y como consecuencia tuvo que embarcarse con ellos camino del exilio. Ese año de 1822, el 9 de noviembre, falleció su madre. Su padre, sin embargo, había muerto a la edad de 68 años, en 1805, cuando él tenía 7 años. Tras cinco meses en Francia, en abril de 1824 se instaló en Lieja (Bélgica), donde se matriculó en su universidad para estudiar metalurgia, ciencias naturales, y explotación de minas, trabajando por las tardes en una tipografía. Ahí estuvo un año, trasladándose luego a Londres, para estudiar en la Escuela de Ciencias. Manuel Agustín de Heredia aprovechando su influencia en Madrid intercedió por Elorza ante el ministro de Fernando VII Luis López de Ballesteros, y el catedrático González de Azada desde París. En 1828 el artillero respondió positivamente al llamamiento del Gobierno español, para asumir la tarea de reconstruir la siderurgia española, ante la negativa del también artillero Francisco de Luxán. El Rey firmó una cédula permitiendo su regreso, que se produjo el 30 de marzo de 1829, restituyéndole el grado de capitán. Al llegar a Marbella se hizo cargo de la dirección facultativa de la ferrería de “La Concepción”, una de las dos junto a “La Constancia”, que Agustín de Heredia había fundado junto al río Verde (Marbella), y la playa de San Andrés (Málaga) respectivamente. Elorza abrió caminos en Ojén y Marbella para transportar el hierro magnético hasta las ferrerías, y al mismo tiempo perfeccionó el método de producción de acero. La labor desarrollada por Elorza en “El Pedroso” comenzó con el ordenamiento de la actividad: “Lo peor de todo son los abusos que se han introducido y que son preciso quitar para que la empresa tenga alguna utilidad, pues tanto a los operarios del Pays como | Trascripción de la leyenda bajo el retrato: EXMO. E YLTMO. SEÑOR D. FRANCISCO ANTONIO DE ELORZA Y AGUIRRE, MARISCAL DE CAMPO DE ARTILLERÍA, DIRECTOR QUE FUÉ DE LAS FÁBRICAS DE TRUBIA Y OVIEDO &. NACiÓ EN AROZ (OÑATE-GUIPUZCOA) EL 3 DE ENERO DE 1798 Y FALLECIÓ EN MADRID EL 3 DE NOVIEMBRE DE 1873. El cuadro se encuentra en el Museo del Ejército de Sevilla. a los extranjeros se les paga el doble que en Marbella, y lo primero que se trata es de quitar este desorden y otros de igual naturaleza, que me temo me proporcionen algunos malos ratos”. Pero no fue suficiente con poner orden, pues la misma situación de la fábrica le plantearía varias cuestiones que él consideraba que actuaban negativamente en su desarrollo, como eran: la falta de operarios especializados, la falta de circuitos de comunicaciones, la carencia de carbón de piedra, el paludismo, y además, las peculiares condiciones ambientales de la ferrería, todo ello resumido en una frase que hemos extraído de una de las cartas enviada a su amigo el conde de Villafuertes: “Yo continúo en mis ocupaciones habituales, decía, pero contrariado con la falta de agua, de gente y de carbones. Ha sido y es tan grande la sequía que contamos con menos agua todavía que en el mes de julio…”. Aun así ideó un sistema de contratación de operarios extranjeros, y españoles, con los que pretendía dar un empuje a la actividad, y en 1834 comenzó a contratar operarios especializados en tareas siderúrgicas venidos de Inglaterra, Bélgica, Francia, el Reino de Cerdeña, y El Piamonte, poniéndolos al servicio de la fábrica mediante un contrato al que llamó “escritura y contrato de obligación” que se firmaba ante notario por ambas partes. Así fue entre 1834 y 1841 que se firmaron 47 contratos renovables con los que él pretendía asegurar el servicio de esos operarios que sin duda deberían trabajar en condiciones muy negativas. Claro que en el mejor de los casos la actividad se desarrollaba durante 9 meses, y por eso Elorza aceptaba en los compromisos contractuales que se les permitiera trabajar en los pueblos vecinos cuando la actividad se detenía en la factoría como producto de las sequías estacionales. También sacó el mayor provecho a la energía motriz que le prestaba la rivera del Huesna, y el arroyo de San Pedro, construyendo en su curso 6 ruedas hidráulicas, entre ellas la mayor de las construidas en Europa, todas conectadas a las diferentes máquinas. Con lo que no pudo luchar Elorza fue con el endemismo de las fiebres palúdicas, las tercianas y las cuartanas, provocadas por la picadura del mosquito anopheles. Con lo cual los operarios quedaban postrados y enfermos por las fiebres. Cuando llegaba la canícula Elorza no se lo pensaba dos veces y junto a su esposa, Patrocinio Veamurgía, y sus dos hijas dejaba el lugar, desplazándose a Chiclana, como él mismo explicaba: “Huyendo de las tercianas que reinan los veranos en este punto me trasladé a Chiclana, a último del mes de Junio, y no he vuelto a esta fábrica hasta el 1º del corriente… (regresaba en la primera quincena de octubre)”. Respecto a los circuitos de comunicaciones Elorza trazó los que necesitaba la factoría. Pero uno de sus mayores logros, indudablemente, fue la creación de una plantación de árboles, pinos sobre todo, que le facilitaban el carbón de leña que precisaba, dada la carestía de los que procedían de Asturias y la dificultad de servirlos en la fábrica. Hizo así un bosque sostenible, aplicó una rotación de siembra y tala que le garantizó el aporte a la fábrica, de tal manera que cuando dejó la dirección de El Pedroso en 1844, en los terrenos adyacentes habían sembrados nueve millones de árboles. Elorza siempre mantuvo la fe de encontrar carbón mineral en la región, y por ello realizó múltiples prospecciones para encontrarlo desde Alanís hasta la cuenca del Viar. Rendido a la evidencia formó con un grupo de socios la compañía minera de “La Reunión”, para explotar los carbones de Villanueva del Río. Ese trabajo paciente y concienzudo, muchas veces luchando en contra de los elementos, permitió que “El Pedroso” lograra producir un hierro de gran calidad, premiado incluso en ferias como la de 1841. Lo que al mismo Elorza le sirvió para recibir el reconocimiento de la reina Isabel II, cuando en 1842 le concedió: “…la real y distinguida orden de Carlos III (…), premio del particular mérito que ha contraído por su talento y sacrificio en el establecimiento y dirección de las fábricas cuyos productos han sobresalido en la exposición pública del año 1841…”. Un año después La Gaceta del 16 de agosto informó de su ascenso al grado de comandante de artillería. La actividad desarrollada por Elorza tanto en Marbella y Málaga como en Cazalla supuso que las ferrerías andaluzas tuvieran la primacía productiva de hierro fundido durante treinta años. Es cierto que por medio estuvieron los conflictos carlistas y como consecuencia de ello la ralentización de las fábricas norteñas, cuando estas retomaron la senda productiva las andaluzas quedaron relegadas a un segundo plano, pero aun así habían dejado patente su tremendo potencial. En 1844, en un momento en que el Estado tenía la necesidad de dar un empuje a la fábrica de armas de Trubia y de armas cortas de Oviedo (la primera de ellas paralizada desde 1808), solicitó a Elorza que aceptase el ofrecimiento de dirigirlas. Elorza aceptó el reto, y por ello dejó la dirección facultativa de las fábricas andaluzas. Por R.O. del 18 de agosto de 1844 pasó a dirigirlas, pero detrás de él había quedado un trabajo solido, que perfectamente pudo tener, y haber tenido, una exitosa continuidad, pero su evolución fue irregular. Barcelona 2 de julio de 2018 Antonio Villalba Ramos. ([email protected]) La información vertida en el presente trabajo se encuentra desarrollada en varios trabajos recopilados en: VILLALBA Ramos, Antonio: “Cazalla de la Sierra, historia y tradición, artículos 1991-2013”. Barcelona, 2014. No se permite la reproducción total o parcial del presente trabajo sin la autorización expresa del autor. |
1 Comentario
|
AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
José Mª Durán Ayo ARTÍCULOS DE José Mª Durán Ayo MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA. José María Odriozola Sáez CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. Luis Odriozola Ruiz Archivos del blog por MES
Noviembre 2022
|