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​69) LA TUMBA DEL SOLDADO

7/5/2021

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Allí está el Cerro de las Paredes que se vacía de fuentes con la intención de acopiar al pueblo que duerme en la ladera.
Por allá también cabestrean dóciles jumentos y pájaros, alguna liebre y todos los bichos de la noche que deben ser muy felices.
¡Pero algo me inquieta!
¿Por qué en un pueblo tan plácido, tanto apodo militar a sus habitantes?
Prim, Cavalcanti, Novaliches, el Cabito, el Soldaito, el Teniente Colombo.
¿Y por qué olvidar al Subteniente Riaño, hijos del pueblo como el legionario Apolinar o como recluta al maestro Latero?
¡Y cómo se oía en la madrugada el grito de Riaño ante la copa partida!
"¡No ha pasado nada, ahora comparece el Trombón de la Fanfarria del corneta Paraguay!" Como a su camarada el trompeta, lo mataron en el Riff; él seguía con su burla trágica en las tascas y la gente se reía.
A Prim le pregunté:
-Si a Vd. no le molesta ¿por qué le apodan así?
Ya era viejo y la salud no le acompañaba, ante mi pregunta se levantó bravo y entero como un toro de buena casta y me contestó seco:
- ¡Porque siempre he tenido dos cojones!
Fue entonces el desastre del alférez Rojas en Sidi Ifni. Y en ese destacamento iba Apolinar cuando en aquel barranco se entrillaron los padres de esos niños que ahora curamos.
Se salvó y condecoraron por feo. Al ir al degüello de los españolitos por los mogrebíes, aunque no tenía herida alguna, se había untado de sangre la cara y el moro lo dio por muerto. Volvió de madrugada al destacamento con sus cartucheras.
A Morente lo descalabró de un gumiazo un mogrebí de Abd el-Krim o de El-Raisuni cuando conducía unas acémilas con agua para Monte Arruit.
Pero siglos antes, ¿qué ocurrió en el Cerro de las Paredes y en La Madroñera?
¿Existía un poblado muy anterior en el Cerro de las Paredes que fue destruido? ¿convendría excavar? Los enterramientos en el olivar son romanos ¿no podía haberse situado la antigua población romana en el alto donde juegan los niños del grupo escolar?' ¿Acaso son las piedras de la torre restos de esta pequeña fortaleza?
​Desde las Morejonas bajan enterradas y perdidas alfagras de grueso barro con buen calibre. ¿Dónde desaguaban?

¡De donde viene por el Callejón de las Charnecas esa acequia del vallado y a donde iban sus aguas que arropan los lentiscos?
​¿Por qué el Callejón de la Ronca se llamaba el del castillo?


¿Por qué esa calleja cerca de la Tijera se llama Alcazarejo?
¿por qué esa casería que compraron unos foramontanos se llama el Medio Almud y adonde vierten las aguas del Cerro de las Paredes?
¿Por qué el llano del Granadal, si allí pocos granados quedan?
¿Hasta dónde llega el camino de Val Perdido?, ¿llegaría a Mulva?
En el esbozo de la batalla de Alcolea, cuando le tiró del caballo al general Novaliches la bala en la quijada, era su palafrenero un hombre de El Pedroso, Lora de apellido, que, por este delito, a Cuba lo desterraron y de allí volvió con las cicatrices en los hombros de los sacos de arenas a soportar en las espaldas, y los arrozales como pena.
Mateo Morral lanzó una bomba a la comitiva real en la boda de Alfonso XIII que produjo veintitrés muertos y cien heridos, entre otros el caballo de un vecino de El Pedroso, cabo de dragones en la escolta. Se llamaba Marín y murió quitando varetas a su olivar y destetando a sus becerros allá por ese campo de moles de granito que llaman La Porrilla.
Tengo noticias confusas de la defensa que el soldado de escolta, a las dos niñas del Comandante que paseaban a caballo, tan solo con su sable, cubrió la retirada de las amazonas ante una patrulla berberisca en Taxdirt. ¿Quién sería?
El padre de Vicentillo el albañil volvió de Filipinas con los restos de su uniforme en un barco portugués, después de los últimos de Filipinas, los héroes de Baler.
Y ¡¡Ay Dios mío!! Olvidaba al Teniente Colombo.
Me apena pensar que ande por algún hospital, tullido en una  cama con su cabeza del fémur tronchada. ¡No puede nadie hacer las abluciones en un lebrillo como él¡, pocas, pues era barrendero y algo menguado en su aseo.
Como tantas historias, tenemos de cercos, batallas, escaramuzas.
Era en los tiempos del general Carlista Zumalacárregui, y como artillería de campaña entre nuestros rivales Isabelinos y Carlistas, y en el sitio de Bilbao, uno de estos proyectiles de forma esférica y mecha en combustión, cayó en la placeta de la plana mayor que dirigía la batalla a golpe de telescopio.
Ante el artefacto del que corría la mecha, más corrieron los generales y, un cabo algo ganoravaco, que se apellidaba Odriozola, abrió la bragueta y apagó el artefacto.
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68) GALEÓN

6/5/2021

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Así llaman a dos fincas rústicas del término de Cazalla de la Sierra en la Mariánica de Sevilla, Sierra Morena.
A ellas confundieron su origen.
Galeón era unos baldíos con un viejo pleito entre el Estado y el Concejo de Cazalla de la Sierra; aliagas, jaras, cantuesos, chaparreras. ¡Bichos y pinchos! Pero el Galeón tiene un río, el de las Lapas, unas sierras, aquellas en solana, las otras en Umbrías, y ¿el cielo? Nadie lo sabe; con
tan solo dormir una noche al sereno, velar espiando a los luceros, aguzar las orejas a los rumores de la tierra, entonces puede que el buen entendedor algo aprecie.
Por los altos cabalga la Sierra de Ganazo; este cazador de rabo al viento le dejó su apodo, era un furtivo. Si me sigues con atención, te lo revolveré en la memoria.
Así aparecía este hombre, las cuestas arriba sin toser, las que se precipitan al barranco sin resbalar placeta y se reía de los municipales, esos que llevaban el vergajo flácido y la faz ardiente.
Lo mataron una tarde de Agosto cuando más moscas había en un barranco al que le dicen Quebranta Botijas. ¡Por algo será!
A mi parecer aquella noche lloraron las adelfas y las retamas en el torrente del arroyo de la orza. ¿Pero se había convertido en un bandolero?
¿Fueron ellos los que a Cazalla les quebraron los cuarentamil duros en el Cerro Gonzalo, ¿O los que a Juan y a Polvorilla les vaciaron la bolsa en la Taberna de Ridruejo?  ¡Que se lo pregunten al Rifador!
Ninguno puede endilgar resquicios de verdad, todos han muerto, quedan rumores de viejos, malicias de pueblo.
La sierra de Ganazo se tapa con chaparros, retamas, murteras, charnecas y solo Dios sabrá de cuantas yerbas y hongos, presididos por el cono de un pequeño volcán apagado, en cuya falda duerme y se oxida un triste pluviómetro.
A todo esto le llamaban los colonos, los Lotes para diferenciarlos de las parcelas de viña y habitación para entonces bien cumplida.
Allí al amanecer gallea siempre un pollo chulo desde sabe Dios donde, que explica valiente ¡la vida sigue!
​
Le aplauden los bichos del campo, la abubilla, el alcaudón...
Mengañate el viejo, era alcalde de esta pedanía, que además de llevar su apodo fue hombre probo y de buen semblante ante tantas rencillas, litigios y disputas de poca razón.
Las casas se llenaron de hijos nueras y nietos, los que no cabían, la filoxera se ensañó con las vides y las cabras con todos.
Y empezaron a robarse unos a otros en aquellos años tristes de las postguerras, la nuestra civil y la mundial.
​Las enormes pipas de tantas arrobas, alineadas quedaron al cielo con sus grifos de bronce amputados.

Y llegó el guarda con su mujer y su hija, 
Veneno con sus uvas desde el Pilar de las Zarzas y el Pilongo y Sotana, Álvarez de sus enormes borracheras y caballo blanco, aquella mujer que tras la burra pregonaba "la traigo negra, la traigo blanca" y Escalera que se abismó, perdió los
pies cuando trabajaba en esas minas de El Pedroso que llaman del Redondillo.
Antes estas formidables edificaciones se utilizaron incluso como descanso y asueto para soldados cansados de trincheras con agua a media pierna o cantimploras secas. ¡En Cazalla y El Pedroso encontraron solaz en los bailes con las mozas del lugar, quedan restos!
Y llegó la paz y el hambre.
Aquella tremenda hambruna de los cuarenta ¡Dios!, ¿cuántos murieron?
Y muchos años antes la Venta del Tío Ramón.
Emplazada frente al Vado del Camino Real de Cazalla a Sevilla, de él dicen que era un chozo delicioso para el descanso, buen aguardiente y prado para las bestias de carga. La Diligencia aquí hacía parada en el vado y arriba, en la cumbre, un cuartel de Migueletes avizoraba el paso
por el Barranco Sevilla donde los pinos engruesan más.
Después en el Arroyo de las Lapas, hay una cascada que en las piedras talla conos donde se quedan los galápagos y allí en la canícula, cuando el agua se la lleva el cielo, las tortugas se quedan en el caparazón.
¡Se me olvidaba decir que por aquellos lugares se tapa un tesoro!  ¡El del bandolero!
Dicen de aquel hombre que herido se arrastraba arroyo de Quintanilla arriba, tapó su condesijo y aunque no murió perdió el recuerdo del lugar.
Lo único que se abejorrea es que reposa a un tiro de pistola del vado donde la princesa Isabel de Portugal hizo descanso en su viaje a los brazos del Emperador Carlos I, de Cazalla al Pedroso.
Allá entre Reventones y Navalagrulla había otra parcela propiedad de una mujer viuda de carácter abanto, cuya hija de buen semblante, iba en la burra al prostíbulo de Cazalla.
El abuelo vejancón, intentaba componer relojes en noches con candil, y ante su torpeza la nuera lo maltrató y lo puso triste y murió lleno de tornillos invisibles, pequeñas lupas y espirales despavoridas.
¡Dicen que a las madrugadas y en el corral de enramada cantaba flamenco entre las cabras con gran acierto!
Y Galeón seguía deteriorándose. Del horno del pan, aquella antigua tahona, solo quedan unos ladrillos y la pala para sacar las hogazas.
De la Ermita la espadaña y algo más.
De las escuelas, una para cada sexo y excrementos de cabras.
Tejas, vigas, algún material del pequeño laboratorio, de todo esto tan solo queda como un dedo acusador, la fachada de ladrillos, intento Neo Mudéjar que mira a una cascada frente a los cardales y al recuerdo de la maestra que allí recalaba en bicicleta.

 
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67) EN EL PEDROSO SE INVENTÓ UN AEROPLANO

5/5/2021

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¡¡Y volvió!! ¡Y aterrizó en la copa de una encina con su inventor y mecánico que llevaba una pierna quebrada y a su alrededor una piara de cabras despavoridas!
Yo no había nacido, me lo dio a conocer esa gente que siempre lo ven todo.
El motor era un desecho de un Ford de pedales, dos ruedas macizas de otro automóvil Renault, al que Dios sabe quién le dio ese destino, le dotó piernas para correr hasta el barranco, la hélice hay quien dice que la fabricó Paco el de Las Coronas, otros que fue Laorden el que las afinó en madera noble. De todas formas, se ponía en marcha con una manivela y su ruido en su marcha sosegada parecía decir: tito paco, tito paco, tito paco...
Ricardo, que así se llamaba su inventor y era un hombre cauto, lo tenía maniatado a un alcornoque, no se le desmadrara en las pruebas y surgiera al valle del río Viar como bicho del plioceno.
Se sospecha que su fuselaje tapado por las chapas de un gallinero, pero que le pesaba más de un algo la morra, no estaba compensado. Algún defecto así padecía el caza ruso Polikárpov en nuestra última guerra civil. Despegó la primera vez hasta dos metros de altura y hocicó advirtiendo al mecánico que había que compensar el peso del timón de cola.
¿Más cómo solucionar desde un cortijo, y a sesenta kilómetros de Sevilla esta deficiencia? Provisionalmente la corrigió con unos adoquines y vueltas a otro ensayo, aterrizó mansamente después de elevarse algún metro más y acabar el combustible seguido
de desprenderse el contrapeso de cola.
El padre se ofuscó, la madre lloró y las gentes del pueblo supieron a voces de arriero que el cacharro de Ricardo buscó el cielo y la pierna del piloto.

Ricardo nada más llegar compró un coche de alquiler para toda la feria, últimamente fue conductor de un camión al que seguía siempre un podenco de pelo cano al que alimentaba con una hogaza de pan.
Se le requería para toda eventualidad eléctrica o motriz y él aparecía con pocas palabras y seria estatura en aquellos tiempos que todo se debía improvisar.
Fue por aquellos años cuando Don Hilario del Camino invitó al rey Don Alfonso XIII a la mayor montería en Sierra Morena y en la que su Majestad no vio un rabo. Allí está el mojón del Puerto del Rey al que los republicanos borraron, ¡Rey!
También invitaron los hermanos Camino en las Jarillas, al doctor Asuero, aquel que esculcaba por los senos y despabilaba a los ancianos, lisiados, rencos y los echaba a correr como liebres tras teclearles el trigémino.
De la cárcava del Álamo que mira a San Benito, me traje a Clemente que murió en el chozo y venía liado en una manta sobre un asno seguido de dos mujeres vestidas de negro.
Quizás por ser testigo de estos y otros acaeceres, acaso por todas estas causas, era un algo escéptico y a mi parecer melancólico el bueno de Ricardo.
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66) MIS PRIMAS LAS CAPARRÓS

4/5/2021

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Habría de dar comienzo con un corrido mejicano, aquel que dice "Tres eran tres, las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era buena"'
 
La Primera Rosalía tartamudeaba
pero no se le notaba más que cuando hablaba.
Tres eran tres...(bis)
La segunda Patrocinio cojeaba
pero no se le notaba más que cuando andaba.
Tres eran tres...
La tercera Rosarito no escuchaba
más que al novio cuando le silbaba.
Tres eran tres...
 
Pues las Caparrós vinieron a visitar la tierra de sus antepasados desde las orillas del Paraná, ese río del que se dice como de algunas personas "que besa la orilla y se va".
Arribaron de aquellas pampas acompañadas por un hermano ciego letrado por la Universidad de Rosario. Hombre docto, liberal y profusa dialéctica.
Me regaló una calabacilla para sorber la hierba mate con una cánula de plata que decía: "Dame mate, dame mate que me gusta más que el chocolate".
A ellas tres les absorbían los escaparates de Sevilla y el pescadito frito y cuando fueron a Almería Se horrorizaron de la Sierra de los Filabres en el pueblo de sus abuelos, Uleila del Campo entre el cerro de Monteagud y el Desierto de Tabernas.
Se sospecha que un golpe de una lotería que se depositó en su barrio de Buenos Aires, el del General Sarmiento, les llenó la bolsa de plata.
No lo dudaron, a Europa, tres días en París, dos en Roma, un crucero por las islas griegas y al pueblo de sus abuelos en la sierra de los Filabres.
El hermano ciego, cuando lo llevamos al
Alcázar en Sevilla, se deshacía al sobar los azulejos, de los que a mi parecer sacaba más entendimiento en la obscuridad de sus ojos, que yo con la luz meridiana.
​De las tres, la menor en edad, había roto cama y habitación con un italiano a la que estaba unida en matrimonio. Me daba la impresión que no había cancelado los recuerdos y que se refugiaba en unas prácticas religiosas ultramarinas.

Ejecutó en nuestra presencia una danza lenta con movimientos de brazos y manos, que utilizaban para fervorizar a los fieles asistentes acompañada de una música mansa.
Descubrieron además de las pijotas fritas, el jamón de Jabugo y la manzanilla de Sanlúcar, los escaparates de un almacén de ropa femenina llamado Women Secret, de donde a pesar de su edad y proporciones hicieron provisión de lencería.
A la vuelta de su periplo por el Mediterráneo y tocar en Barcelona, un astuto catalán les endosó tres abrigos de piel sintética de brillante y distinto pelaje, lo que las hacía voluminosas en extremo e inefables en el trato a pesar de la fiereza de sus pellejas.
Detrás siempre murmurando malhumorado el hermano legista y ciego. Y como todo en este mundo acaba, llegó el día de la partida del clan de los Caparrós. En la terraza de la taberna nos despedíamos, caía la tarde y soplaba un aquiloncillo.
Mi mujer arropada por las tres hermanas con sus pellicas selváticas y ella de abrigo rojo, parecía la guinda de una tarta.
EI ciego y yo discrepábamos sobre la democracia y como él siempre me abrumaba con su buen decir declamando y a modo de finiquito, habló:
-Ya voy a cambiar de constelación, dejo La Estrella Polar y la trueco por La Cruz del Sur, las que nunca pude ver.
Te quiero...vos sos un loco lindo
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65) BOCETOS DE UNA MUJER SINGULAR LLAMADA AMPARO

3/5/2021

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Serían aquellos locos años de los veinte, del pelado a los garçon, de las doradas cocottes en las playas de Ostende, de la lista Kodak en el vestido de la mujer de la línea saco. (En aquel anuncio: "vacaciones sin Kodak son vacaciones perdidas").
Por esas fechas apareció Amparito, una adolescente impoluta de extrema y armónica configuración embutida familiarmente en las tramas y entresijos de las sociedades mineras del padre.
Bullía El Pedroso de explotaciones ajenas, con técnicos de apellidos de profusas consonantes en sus nombres y dedicada atención a ella y a su hermana Elisa.
De aquellos agujeros saltaban príncipes, ingenieros, magnates, y de la revolución industrial y las guerras, ¡todo!
¡Llegaron hasta las logias masónicas!
Gentes que conocieron la Andalucía de ayer, la pequeña cosa de la Sierra Norte, una vez por Malagueñas, ese cante que tiembla abajo, otras por el de las Minas, las del azogue que lloran más profundo, con presos y mulas con cencerros que en la obscuridad arrastraban las
vagonetas con un candil sobre el belfo.
¿Pero estamos recordando a esta adolescente, que por lo que yo entiendo, por sus escritos, caló algo de lo que estaba ocurriendo?
¡No! Erró sosa al atolondrarse por un provinciano hueco y con chispa.
 
"Mis afectuosos recuerdos a mi querida españolita" (M. Classeus. 1912).
 
¿Qué considerar de estas moralejas? ¿O de esta otra?
 
"Petit gage dámitié a ma bien chére Elisa de ton ami" (H.B. Van der Bril).
 
A la par que decrecían las actividades de las minas de Monteagut, la Lima, Navalázaro, Mancegoso o la de los Conejos y tantas más, desaparecían ingenieros, capataces, obreros y tantos mecánicos, barreneros y carretas, carretas de bueyes esas en el acarreo del mineral
al sueno de los ejes de palo con la canción del boyero.
¡Aquellos que tampoco engrasaban los ejes!
Hasta que llegó el silencio de otra guerra. ¡Y Amparo y Elisa, en dos caballos ingleses montadas a la jineta! en el ejido, frente donde la casa Krupp tenía oficina, también se escanciaba cerveza consumida por los foramontanos que no perdían vista a tan insólito espectáculo desde
un rústico mirador.
Tras la carreta cargada de pirita iban dos hermosas amazonas a la inglesa luciendo las dos más guapas parejas de jarretes.
Y Amparo abrigada cada vez más por su comunicación con el resto del mundo, bien por inefables postales, mejor en sus viajes.
 
 Cartas a El Pedroso, 1920.
 
“Dentro de unos días nos vamos a Holanda y desde allí a Bruselas, viendo el colegio en plena revolución gritar viva España y a nuestra Lisita y Amparo. Con todo mi cariño".
 
H. Van der Birl.
 
¡Y volvieron los ingenieros y los capataces al olor de la pirita para fundir minerales con destino a barcos y submarinos!
Y Amparo viajando por el mundo. Y coleccionando postales de sus admiradores esparcidos por América y Europa.
De la capilla Anvers, Hubertine le recordaba el bello día de su primera comunión en 1911.
María Teresa Heyudrichx le instaba a no olvidar a su colegio de Anvers cuando estuviera en España. (1912)
Y se fueron los años y las ilusiones, menos las de sus noticias y viajes por el mundo:
“Mi distinguida amiga; le escribo para saludarla y comunicarle estoy bien; igualmente le deseo a V. Salud.
Nuestro batallón sólo ha tenido tres heridos hasta ahora y no graves por fortuna. Espero Su contestación, así como a mi carta anterior.
Un saludo cariñoso de su amigo que la distingue.
Firma Antonio Alonso. Batallón expedicionario de Isabel II.
Melilla. 1921"
Y ella cada día más apetecible, culta e inteligente; era un contraste en París con Josefina Baker.
Pero en una cálida primavera de Sevilla, subió a sierra Morena y se enamoriscó de un hijo de graceja parla fabricante de jabones, y un algo se adormeció ante la caída de los negocios del padre.
 
“Reza mucho para que los asuntos de papá vayan bien, yo rezo ahora más que nunca... para todos y para que los negocios se arreglen lo que no dejo de pedírselo a Dios"
¡Le aconsejaba la madre!
Tenía también un amigo italiano del fascio, Luis Rocha que le solicitaba una fotografía desde la Calabria, pero desnuda.
¡Y mientras desde Saint Pierre, le enviaba una postal su amiga Henrriette Villemet 
recordando su estancia en Agosto de 1914.
¡A mi parecer esta mujer pasaba sobre las piritas y las escorias!
De los años de crisis de estas minas, de las cavernas ciegas, desdentadas bocas de  bichos muertos, la naturaleza que tanto sabe, las tapa púdicamente con romero,
tomillo, cantueso, nuestra lavanda...
​
¡Pero somos algunos los que todavía vemos a Elisa y a Amparo a caballo con una pamela de dos cintas al viento subir por la trocha de Monteagudo!
 
Hotel Braydon, 72 E 861 st. New York, C
"Un saludito antes de salir.
Su aftmo.
Tito Schipa."
 
Hotel Congress. Chicago.
 
A miss Amparito Hotel Craylon. 12-E-8614-st. New York. C'
 
"Reza mucho para que los asuntos de papá vayan bien, yo rezo ahora más que nunca...para todos y para que los negocios se arreglen, que no dejos de pedírselo a Dios y besos para ti, Elisa".
 
Efectivamente, la Guerra Mundial había transformado y arruinado hasta las explotaciones mineras de Sierra Morena.
Los submarinos alemanes habían avistado a un barco cargado de mineral de Marruecos con rumbo las Islas Bretañas, poniendo en grave crisis a la compañía de los Hermanos Latorre, propietaria del navío y afincada en El Pedroso.
Los negocios del padre de Amparito en Francia, Bélgica y Holanda, por secuencias de la guerra se devaluaban en huidas financieras.
A las minas de El Pedroso llegó lo que los marinos de la vela llaman la calma chicha: "Sin viento a Sotavento y menos a Barlovento".
Fue entonces cuando la casa Krupp desmanteló su oficina en la calle de la Estación de El   Pedroso y reclamó la presencia en Alemania, en Essen, de su ingeniero director.
Prestaron gran atención a los untos de la madre para conservar aquella piel que se les iba como a todos, y para la caspa ¡no había otro remedio!
“Yema de huevo, cloroformo y un buen lavado con jabón verde".
Recetaba.
"Formules déau de Cologne:
Eçcense de citron, de romerin, bergalmone, cedrat, néroligirofllee,
 avande geranissim y alcohol a 90º".
Boudoir des dames.
México. Herreros Hrnos. Un Doctor.
 
En los Saraos de la casa de El Pedroso, ante tres bellas mujeres, la madre y las dos hijas, cualquier mortal perdería la serenidad con la música gramófono de trompeta y el cálido atardecer.
¿Sería entonces, que coincidía con las horas pobres, cuando aquello que cuentan del notario con su escriba o amanuense?
El padre escanciaba los caldos, el gramófono repartía melodías atrevidas de la France, las tres mujeres danzaban en un salón de corridas cortinas, crepúsculo interior, a media luz los besos…
¡Total que, al notario, cuando pudo sacar el reloj, se le había puesto el sol y el embargo no procedía!
 
El veinte de febrero del 37 escribía Amparito:
"Hoy saldrán las cartas en el vapor Saturnia y por la tarde salí a pasear con Buqui Bucoldrer a un museo donado por un señor a la ciudad de New York. Por la noche me llevó al cine Gerry Leonard y, al volver al coche me habían robado la radio”.
Decía. “Hoy no salgo, no me gusta salir los domingos".
Y mientras, en El Pedroso, se moría Pablo Latorre el treinta de mayo del treinta y siete, y allí también estaba ella con claudia Ruiz en Las Alberquillas.
Todo se iba acercando.
¡Hasta el enredo de las oficinas de la casa Krupp! Alberto Weyer.
¿Qué pasó para dar propiedad a la casa de las oficinas?
¡No sé, tendré más que pensar o en mi buena pluma buscar!
Todo se fue desmoronando: las alpargatas de esparto, los canotier, el crudillo del terno, los bastones de espino…
Porque esa era la moda de la alta burguesía minera en Sudáfrica y Andalucía, ingleses Y alemanes.
El pozo de las oficinas de la casa Krupp casi se llenó de las botellas de cerveza que salieron del canasto que las sumergía, para su enfriamiento, el ingeniero director; el inmueble de estos lugares y mansión suya, por extraños trueques y negocios, pasó a ser propiedad de Amparo. Nadie volvió de Inglaterra ni de Alemania a reclamar algo. También la casa quedó sola con un zapatero por guarda y empezaron a caerse los techos.
 
“El dos de febrero del 37, fui al baile del hotel y me presentaron a Gary Cooper; me dijo estar encantado con mis ojos y con mi boca"…
En la primera Romería de la Virgen del Espino en El Pedroso y a la noche, se celebró una verbena en el corral de Paco López, donde las cervezas y el vino se enfriaron en los pesebres entre paja y hielo.
Allí subió Amparo, desde su casa de la Estación a este rústico baile, en una de cuyas mesas compartía sus encantos, ya un tanto desflorados, con Luis Rubio y Félix Cataño.
Llevaba un vestido color salmón casi transparente y yo, osadamente la invité a bailar. Me aceptó y se rió conmigo. Hacia bochorno.
"Cosas veredes".
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64) HAY UN REY EN SEVILLA QUE SE LLAMA ALMUTAMID

2/5/2021

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(Para mí no ha muerto)

¡No ha muerto en el 1009, como la importancia de su estilo que se emborrona en el viento a petición del monarca abbadí!
Ni su amigo y ministro Abenamar con el que paseaba una tarde por la Pradera de la Plata (S. García Gómez) y al ondular el viento el agua del rio, improvisó Almutamid
 
La brisa convierte al rio
En una cota de malla.
 
Y como Ben-Amar no encontrase respuesta inmediata, una muchacha del pueblo la dio así:
 
Mejor cota no se halla
Como la congele el frío
 
Maravillado Almutamid al ver improvisar a una adolescente con mayor rapidez que Ben-Amar, preguntó:
Me llamo Almutamid, pero me llaman Romaiquía porque soy esclava de Romaic y soy muletera.
¿Estás casada?
¡No, príncipe!
¡Tanto mejor porque voy a comprarte!
Almutamid amó a Romaiquía por toda su vida con gran pasión. Ella reunía todo por complacerlo, aunque sus caprichos hacían desesperar a su esposo por su tozudez.
Ya los citaba D. Juan Manuel en el Conde Lucanor:
 
"Et de sus caprichos acaesció estando en Córdoba empezó a llorar. Et preguntó el Rey por qué. Et ella como antojo de su voluntad que nunca dejaba estar en tierra que viese nieve.
El Rey por hacer placer, pues Córdoba es tierra caliente, fizo poner almendrales por toda la sierra, para al florecer en Febrero pareciesen los floridos que semejan nieve por le facer el deseo de Itimad".
 
No fueron estos sus antojos, fantasías, su loca imaginación de mujer mimada. (S. Cano y Cueto).
 
"Et otra vez estando Romaiquía en una cámara sobre el río, vio una mujer descalza volviendo lodo para dacer adobes et 
comenzó a llorar con desconsuelo. A la pregunta del Rey la causa, ella dijo que porque nunca podía estar a su guisa siquier faciendo lo que facía aquella mujer'
Entonces por le facer placer, mandó el Rey fenchir de agua rosada aquella gran albuhera de Sevilla, et en lugar de agua et en lugar de tierra, fízola fenchir de azúcar, et de canela, et de ajenjibre, et de espie (espliego), et clavos, et musgo (almizcle), et ambra (ámbar), et algalina
et de otras buenas especies et buenos olores que pudían ser; et en lugar de paja, fizo poner caña de azúcar.
Et que de estas cosas fue llena la albuhera, et de tal lodo cual entendedes que podría seer, dijo el Rey a Romaiquía que se descalzase et follase el barro et ficiese adobes del cuantos quisiese” (M. Pidal).
 
"¡Cuántas veces, junto a un recodo del río pasé la noche en la deliciosa compañía de una doncella cuyos brazaletes semejaban las curvas de la corriente! ¡Al quitarse el manto, descubría su talle, floreciente rama de sauce! ¡Qué bello abrirse el capullo para mostrar la flor!".
Almutamid era capaz de los más violentos contrastes. Hacía plantar flores en los cráneos de sus enemigos y adornar con ellas los patios de su Alcázar, o invitaba a un banquete a los reyes berberiscos de Ronda y Morón y después, cuando entraban en el baño, hacía tapiar puertas y
ventanas para que muriesen asfixiados.
La generosidad del Rey era inagotable con aquel que le enviara aromas de Oriente para los baños de Ytimad o Romaiquía y sus doncellas.
Estando un día sentado en su sala de audiencias, teniendo ante sí varias figurillas de ámbar, le presentaron una cantidad de dirhemes recién salidos de la ceca, de los cuales ordenó agasajar un saco al poeta Abu-Ara al Siquilli que estaba presente.
Y con otra intención adujo el poeta:
Mi Rey, esto no lo porta más que un camello.
Rio Almutamid y con buena expresión añadió un camello a la burra de Abu-Ara al Siquilli.
Abenamar de Silves, su amigo, su confidente, su ministro y su amante le...
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(Inconcluso. Falta al menos una hoja)
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63) EL PLEITO QUE LE GANO MI ABUELO AL ABOGADO PINGANILLO

1/5/2021

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Unos dicen que por un árbol, otros que por las lindes de un olivar; las noticias que yo traigo a las mientes ni me alumbran de los motivos, ni tan siquiera saber la personalidad de este Pinganillo y tampoco muy claramente la del Maestro Ruíz, mi bisabuelo.
De todo esto tengo recuerdos de las desenfadadas anécdotas sueltas, muy deshilvanadas de su hijo, mi abuelo, un "bon vivant" que se arruinó a lomos de un buen caballo y un sombrero de Calañas.
El árbol motivo de tanto alboroto pudo ser lo que aún la llaman la Encina del Pleito o unos olivos en el regajo del Salto de la Rata.
¡¡Vaya usted a saber!!
Mi bisabuelo en las infernales ventiscas del invernizo, como le apetecían las callejas y la poca luz, calzaba la pelliza al revés abrochando el cuello con un alambre, pues los botones hacía tiempo le habían huido.
Con esta facha le dio el alto la pareja de la guardia civil cuando por un callejón escudriñaba a alguna hembra.
A la solicitud de la Benemérita de que se identificase, contestó con ira que estaban entorpeciendo en sus derechos naturales al mayor contribuyente del pueblo.
A su cuitada consorte, Mamá Loreto, la abandonó en su casa y se aposentó en un molino de aceite a tres cuadras más allá.
Era un carpintero de esa Murcia llena de huertas pequeñas y pimientos cachigordos estos que por sierra Morena llaman de cuatro cantos, albaricoques por los que suspira el pájaro…
A sus siete hijos les negaba tanta atención como a su legítima mujer, excepto a su hijo primogénito al que atendía con una educación medieval y otros recursos ancestrales, tal como siendo ya un buen mozo y este valsara con zagala no de su agrado, lo condujera con el sereno a su habitación y lo aherrara con unos grillos de canga a la pata de la cama.
“¡Mañana a las seis, al Mata Gañanes, os espero a los cinco con el carro para sacar el corcho del Azulaque!". Tronó el viejo fiero entre las lágrimas de Mamá Loreto y el vapor de la sopa del cocido”
Y la del alba sería cuando salieron de la Cruz del Humilladero, dos mulas, el carro y atrás en una burra el Maestro Ruíz con un sombrero de paja por la copa abierto como chimenea y una colilla de buen tamaño y tantos bultos como parece la culebra que tragó el nido de ratones.
A la llegada al Pilar de las Zarzas, donde los alcornoques dormían, podría ser, hace cincuenta años o Dios sabe cuántos más que la cosecha que cada nueve años regala el árbol, había sido expoliada y los troncos bermejos insultaban al sol.
"Esto no es robo de linderos; aprecio que ha sido familiar". Sentenció el patriarca, y carro, yuntas y burra volvieron a su cuadra en el pueblo de vacío.
Cuando los pequeños olivareros se empeñaban en levantar el cuello para entrever en sus árboles algo de esquimo él aconsejaba "tened paciencia y mirad al suelo que es lo que resta del fruto".
Cuando ya se veía truncado y ante las tertulias de taberna donde se ponían precios para tratos y comercios del campo, el muy ladino aseveraba: "Esperad que yo muera y compraréis barato". ¡No era torpe!
Y con sus credenciales legítimas, otros papeles, traje entallado y bigote joven, lo 
despidió el Maestro Ruiz con el regalo de 
un buen chambergo y un cintillo con unas monedas de oro para los primeros gastos y gestión con los Abogados del Estado, Procuradores, Curia, etc. y gastos de representación.
¡¡Había perdido el pleito en Cazalla de la Sierra y en Sevilla!! ¡No se resignaba! La Encina del Pleito o el hornazo de linde en el Salto de la Rata, a Madrid, al Supremo con mi abuelo como representante familiar.
¡Me figuro el sofoco que sufriría al tener que viajar a Madrid con duros para gastar, cartas de presentación, buena figura y un amigo de compadrazgo, cabo de la guardia real de Alfonso XIII!
En el año 1906, cuando el atentado a los Reyes el día de su boda en la Calle Mayor por el anarquista Mateo Morral, de ello fue testigo y a su amigo Marín, el cabo de la escolta, le mataron el caballo al proteger a la carroza real con Don Alfonso XIII y su esposa Doña Victoria. Murieron veintitrés personas y otros caballos. ¡Ya que le vamos a facer!
¡Y le ganó el pleito en el Supremo mi bisabuelo al abogado Pinganillo!  [TC1] y volvió de la capital de España mi abuelo repleto de pergaminos y escasa plata. ¡Pero la Encina del Pleito o el Hornazo del Salto, seguirían su ver pasar a las carretas o a la reata de burros de siempre!
Las tentaciones a mi buen abuelo no le faltaban; le brotó la Primavera de Sierra Morena cuando a mi abuela la dejó en cinta.
"Del país de las aventuras, la República Oriental del Uruguay, te espera tu amigo Vitoriano. ¡¡Cazaremos ñandús con los gauchos y las boleadoras!!".
De Rosario de Santa Fe lo llamaba A. Jiménez, su buen amigo.
Y vendió la huerta, la que dicen de la Pelagia, dejó a su mujer preñada de mi madre y embarcó en el "Cabo de Hornos" a Buenos Aires.
"En el país de lo desconocido te tengo un caballo…", escribía en una postal de "la muerte de Saravia nuestro general y padre de la patria triste suceso de la batalla de Masoller"
Su amigo Federico Von Derbroken le escribía de Alemania: "Al dorso del retrato verá al expríncipe heredero de Alemania forjando una herradura. Le estoy esperando en una taberna al lado de la forja y espero que venga esta mañana como es su costumbre".
De todos estos periplos, alguna vez soltero, otras ya viudo, volvía siempre arrogante, inteligente, más culto y con menos capital, lo que producía graves trastornos a sus hijas y a su suegro Papa Antonio.
Como epílogo de sus aventuras le hizo un crió a su criada y ya in extremis, me rogó mi madre fuera a buscarlo y acogerlo en una habitación digna.
Así llegamos a mi casa, yo confuso, él alto, erguido con una guapa sonrisa y una maletilla de cartón.
Dicen que cuando vino de Madrid, del pleito en el supremo, no cantaba mal esos caracoles que dicen:
 
¡Cómo reluce!
(bis)
La calle de Alcalá
Cuando pasan por ella
Los andaluces.
 
Y seguramente frecuentaría el Café de la Unión, donde termina la copla, en compañía de Curro Cúchares y el Tato.
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