Unos la llaman la Cantamora y otros La Mora Encantada, lo importante es que existe y vaga por toda la Porrilla, aunque su predilección es la Madroñera. La han visto en el Cortinal del Nene a la puesta de sol, en el de Fandango a la madrugada y en pleno día mirando el agua del pocito en el cercado del Dornillo. Todo el mundo sabe que en las noches de niebla llora en su casa, La Piedra de la Mora, esa cueva entre rocas de granito que se cuela en la tierra y nadie sabe dónde llega. Una mujer la vio una tarde de invierno sentada sobre la Piedra de Juan Reales, peinando su larga cabellera negra y la describió algo así, como si fuera la sirena del puerto de Copenhague. Está envuelta toda ella en un halo de dulzura fatal, pues a pesar de su belleza, a su encuentro siempre acompaña la desgracia. Los hombres procuran evitarla y las mujeres se horrorizan solo con su nombre y aseguran quienes la oyeron gemir, que levanta el pelo como cuando el perro ulula a muerto. Cuando encontraron cadáver al padre de Pepe el de la Viuda en el borde del camino que atraviesa estos lugares, los compañeros de trabajo explicaron que estaban segando juntos en la Adelfa y que él había regresado al pueblo por haberle mordido una víbora. Burrita que siempre espía tras la maleza, corrió la voz que lo había visto parado con una mujer alta vestida de negro. Cuando se ahogó el Perniles, la autoridad lo declaró suicidio, pues tenía a la boca del pozo colocado en orden sus efectos personales: una carterita, la petaca, el librito de papel de fumar, el chisquero y el Roskopf, pero unas mujeres que hacían tertulia en el lavadero público le habían visto gesticulando como si hablara, dirigiendo sus ademanes desde el brocal al fondo del agua. Y cuando, el tonto del pueblo, Botellita, contaba que una mujer desnuda le había invitado a bañarse con él aquella noche de invierno en el abrevadero del cordel, todo el pueblo reía. Y no es una Serrana de la Vera que encandile al macho y lo apiola una vez conseguido, ni hembra del alacrán que lo devora en su pasión amorosa, es otra cosa, puesto que son las adolescentes las que por consejo de sus | mayores más se guardan. No hay acuerdo ni en su figura, unos la entrevieron altísima y delgada, otros muy bien formada, alguien la describió con larga cabellera negra y ojos de carbunclo, la mayoría asegura que es rubia y tiene los ojos del color de la verde lamilla de las fuentes. Cuentan que es el espíritu encantado de una doncella mozárabe seducida por un caballero berberisco, que ante la oposición de su padre señor del castillo que estaría emplazado donde ahora se hallan los grupos escolares, se citaban en un pasadizo, que sería la galería de la huerta de Cristofani. Advertido el castellano cegó la galería dejando dentro al caballero enamorado. Ella, enloquecida, lo busca por todas las simas desde hace mil años. Otra versión es que al rendir la fortaleza el noble cristiano acepta en las capitulaciones entregar a su bella mujer al moro por conservar ciertas prebendas. Ella impone que la entrega sea en secreto y en el citado túnel, allí apuñala a los dos infieles y se arroja a un pozo de la Madroñera. Los sarracenos en venganza arrasan el castillo no dejando jacilla y vaga desde entonces maldiciendo a los hombres y llorando su desventura. La Enquisa tenía una hija que era la admiración de todos. Contrastaba con su madre por su carácter dulce y en el colegio se sentaba al lado de la maestra. Tenía catorce años, la cara llena de granos y las piernas muy largas, además, mientras la madre lavaba y disparataba con otras fregonas en el lavadero de la Madroñera, ella subida en una peña hacía poesías. Una tarde cuando las mujeres se recogían con las cestas en la cabeza camino del pueblo, se quedó atrás. A la mañana siguiente ella y su lápiz flotaban en un pozuelo. ¡¡Esa niña comía muy poco y le dio un mareo!!, clamó el pueblo. El juez certificó muerte accidental. Pero las comadres...entre las comadres brotó la voz… ¡¡¡La ha llamado la Cantamora!!! Desde entonces las madres conscientes, las buenas madres, no se acompañan de sus hijas púberes cuando van a lavar a la Madroñera. |
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AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
José Mª Durán Ayo ARTÍCULOS DE José Mª Durán Ayo MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA. José María Odriozola Sáez CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. Luis Odriozola Ruiz Archivos del blog por MES
Noviembre 2022
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