Si las descripciones, si la trama de lo que voy a referir os produce desgarradas melancolías, penosas repulsas de tiempos misérrimos, Pasmo ante costumbres y mentalidades incomprensibles, entonces no he hecho más que traspasaros mi estado de ánimo. Las imágenes las tengo vivas y podían confundirse con las ilustraciones del libro de hadas de Rackham, en que el viejo sarmentoso cabalga sobre Simbad, se materializa en Fontán. A Jesusa la conocí vendiendo escobas y soplillos de palma y más tarde supe que emigró a Barcelona huyendo del hermano. ¡Pero a la gente le encanta hablar! Y sobre todo de temas escabrosos. La maledicencia entre las comadres, al igual que la infantería no reconoce obstáculos ¡Claro que todo esto pensaba cuando aún no conocía a Fontán! De él se hablaba siempre como de un ser extraño a la sociedad del hombre, al que pocos habían visto y menos pudieron hablarle. Si algún comentario se hacía sobre la rusticidad o el primitivismo de alguien, se comparaba con Fontán; cuando de un hombre se resaltaba la fuerza d sus brazos, también surgía Fontán; el cabrerillo de las Mesas mata liebres con honda, Fontán ha matado más de un venado con igual arma; en los chistes y retruécanos impúdicos, también era citado Fontán y sus cabras como el sumo de la lascivia. Para muchos era un fornido sátiro. Sus padres vinieron de Extremadura arreando a las ovejas de la Mesta y asentados en Majadal Alto, allí criaron a sus hijos, allí esquilaron las borras y de allí los porteó el carro al cementerio, cuando los asfixió el humo de los tamujos encendidos del chozo. Fue esta la única vez que a Fontán se le vio en el pueblo y provocó el escándalo. ¡No era para menos! Encabezó el duelo a lomos de una burra y hasta en el cementerio entró sin descabalgar espantando la curiosidad de los asistentes con su insólita figura. Ante la intransigencia del cura en la necesidad de que la bestia esperase al dueño en el exterior del camposanto, tiró iracundo de la manta que le cubría de cintura abajo, dejando al aire dos piernecillas diminutas y flácidas sujetas a la cintura por unas correas' Sin pronunciar palabra y con la misma mirada bestial con que apareció, este titán de negrísima y cerrada barba, tomó el camino del campo seguido de Jesusa su hermana, que se embozaba con un pañuelo negro. Estas desgarradoras escenas se olvidaron con el tiempo y Fontán con Jesusa siguieron al cuidado del ganado desde el chozo de su majada. Semanalmente la hierática hermana se acercaba al pueblo para vender labores de empleita de palma y recoger la hatada... hasta un día… que ató el burro en la cuadra y ella se sentó, sin expresión en los ojos, frente a la candela en la posada. Así estuvo casi sin hablar y sin atender a la comida, diez o doce días, durante los cuales tres veces vino un cisquero a notificarle las amenazas de su hermano. La última fue contundente: "Dile que o vuelve o voy con el hacha". Jesusa vendió el burro y con un hatillo de mano tomó el tren para cualquier parte.... A Fontán lo parió su madre, un atardecer lluvioso, de regreso del agostadero bajo una encina de la cañada real. El padre, que hizo de comadrona, al verlo sin piernas, lo creyó | otro aborto y liado en un delantal lo colocó en el serón de una burra para entregarlo al sepulturero en la próxima población. ¡En el mismo serón donde se amontonaban los borreguillos que iban naciendo en el lento caminar! Ellos fueron los que le traspasaron el calor para romper a llorar en la madrugada, provocando el tremendo drama de una madre que quiere amamantar al hijo contra el parecer del padre, que le razonaba la inutilidad de la teta, pues era un monstruo y moriría pronto. A la Loma de la Mimbrera llegó aquella tarde de Octubre la piara de ovejas de la que Nemesio el del Lobo era mayoral y pastor, con veinte corderillos baliendo desde los serones de los burros y Casilda su mujer, con un hijo deforme arropado en un mantón con flecos. Decía una tía suya de Cabeza del Buey: "A ese niño en vez de tenerlo oculto como si fuera una vergüenza, debieron llevarlo a un médico bueno y no haberlo criado sin asentarlo en el juzgado y sin Cristianar". También alguna vez comentó la porquera de Ventas Quemadas: "Mucho habrá pasado la pobre Casilda, pero más pasó su hermana Jesusa, que desde pequeño lo llevó colgado de sus espaldas como un mono. Quizá más de lo debido, pues tenía barba y bigote y todavía lo llevaba a cuestas". A raíz de refugiarse Jesusa en la posada, corrió el rumor de que su huida era debido a un intento de violación por parte del hermano; también se dijo que el incesto era viejo... chismes... cosas de pueblo. Pero Fontán a poco de que le abandonara su hermana, liquidó sus cuentas con el manigero del cortijo, quemó su chozo y traspuso hacia el río empujando sus cabras. Dicen quienes lo vieron, que era un espectáculo imponente la agilidad con que saltaba sobre las ballestas de sus brazos aquel engendro peludo, apoyando en el suelo las nalgas protegidas por un grueso cuero. A la bandolera la honda y a la espalda un hacha de corto astil. Cuando yo le conocí con el pretexto de una cacería, vivía en una covacha que formaba una laja a orillas del Parroso. Bajo esta visera tenía un corral con bardal de monte para las cabras, un huerto de verano en el arenal del río y su yacija se adivinaba detrás del ganado, en lo hondo. Aunque la gente lo tenga para sí, yo no creo que lo matara. Don José. No hay duda; se sabe por la criada, que la Señora se llevó una enorme impresión cuando lo vio aparecer en la plazuela del puesto. ¡¡Como para no asustarse!! La pobre que era muy aficionada a la jaula, estaba amodorrada con el canto del perdigón y le saltó en el claro del monte aquel bicho sin piernas... los arañazos, las magulladuras... se las hizo la maleza al huir. ¡Hasta perdió la escopeta! Si como dicen Don José le pegó un tiro en un aguardo sería por confundirlo con un jabalí entre las aulagas y no por haber abusado de su mujer. Fontán seguramente se ahogó; nadaba corno una nutria y siempre estaba sacando peces de las chorreras... le daría un soponcio...o ¿quién sabe?... dicen que en la Charca del Negro hay un tragante… El huerto comido por las yerbas y las cabras retesas por aquel barranco Que llaman de Fontán, denunciaron su desaparición. Pero... quién lo iba a reclamar, si no estaba Cristianado ni apuntado en el juzgado? |
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AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
José Mª Durán Ayo ARTÍCULOS DE José Mª Durán Ayo MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA. José María Odriozola Sáez CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. Luis Odriozola Ruiz Archivos del blog por MES
Octubre 2022
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