Era el pueblo, un pueblecito de Sierra Morena, verde, blanco y azul. Añade a los colores de su autonomía el azul del cielo. ¿No se les habrá olvidado? Blanco de tanta cal, que en las paredes de las casas viejas tienen estratos a la manera de valvas de ostras. Hubo un tiempo que tuvo lo menos tres caleras; sin duda, la mejor era propiedad de Comerrabos; pero para qué hablar de esto... todo el mundo sabe que se fue a Barcelona colocado de portero y solo viene el día de la Virgen y a coger su aceituna si la cantidad lo merece. La cal desde hace tiempo la llevan de Constantina, aunque según me decía el calero, siempre trajeron de este pueblo cantidades apreciables en competencia con la aborigen más sebosa. Yo creo que esa competencia y su pregón lastimero y cansino, fue la que dio origen al dicho popular: ¡Tienes más "malage" que Enrique el Calero! Y lo de cansino, razones tenía. Llevaba, según me contó, sesenta años recorriendo los dieciocho kilómetros que separan a los dos pueblos a un promedio de dos viajes por semana, con dos burros de jáquimas con bigotes y colas rapadas. ¡¡Menuda cara me puso cuando le dije que era lo mismo que si hubiese dado cinco veces y media la vuelta al mundo!! Pues ya digo; este pueblecito que llegó a rondar las cinco mil almas en su casco original, apretado a la torre de la Iglesia, se nos ha quedado en dos mil, a consecuencia de los desarrollos, coyunturas, plataformas y demás zarandajas macroeconómicas. Y claro, con una enorme proporción de ancianos, de esos fenomenales jubilados de pueblo que ahorran con su austeridad a pesar de sus ridículas pensiones. El partido Comunista de España que en esta villa es minoritario, ya que como se verá, no sacó el cinco por ciento del censo electoral, está dirigido por un obrero agrícola que une a sus conocimientos comprobados en las faenas del campo, un tesón doctrinario digno de todo elogio. No se me olvida que, en la Primera Comunión de su hijo, nos vendió el Mundo Obrero. Esperaban todos que él fuese siquiera edil, ya que su candidatura flaqueaba en remos y cuartos, pero le falló el conservadurismo de los jubilados. Esto no tendría mayor importancia que la | desilusión de este hombre, acreedor de mejor suerte, siempre que hubiese sido una escaramuza perdida de tipo electoral. Pero...ya llegamos al "cherchez la femme". Es notoria en los pueblos la hipersensibilidad de las comadres ante el aumento de prosperidad o prestigio de sus convecinas, que se traduce en un estrechamiento de amistad, rico en solicitudes y consejas. Era clara la inminencia de que la esposa de nuestro probo comunista, si este obtuviera un escaño, tendría que transformar su régimen de vida, medir sus palabras y sobre todo, renovar el ropero. Para ello, yo creo que fue Fuerza Nueva, mandó a su agente secreto, vieja sibila que no dudó en señalar la importancia que, bajo la ropa, tiene una buena administración política en la modelación de los encantos femeniles. La madre naturaleza, sabida es en ocasiones su dureza, tenía aquí preparado obstáculo muy firme. Porque, así como el futuro concejal era hombre cenceño, casi ético, ella, mujer sana, rica en partos como pobre en estatura, amén de abundante ubre que no molestó a la vista en sus años mozos, mantenía una clara esteatopigia, recuerdo de nuestros antepasados de clara factura hotentote. Para subsanar estas abundancias no faltan recursos debidamente atendidos por el "ditero" del lugar, buen comerciante que, arropado por las vecinas acompañantes, se comprometió a corregirlo y estilizarlo todo, con las mejores calidades y sin desembolso inicial. Un corazón de roca ha de tener la mujer que, ante tanto encaje, ballenas, filigranas y pequeñas flores astutamente colocadas, no se reblandece, y perdido el tino con los efluvios que el ditero no cesaba de insuflar con el "spray" desodorante, traspone sus cálculos hasta con deleite. La resaca que puede ser aplicada al estado de realismo posterior a toda embriaguez, también la sufrió en forma de facturas y pagos semanales nuestra buena mujer. No iba a tener peso la argumentación ante el marido de la necesidad de estas piezas en las recepciones con la esposa del gobernador, estando ya la derrota electoral cantada. Me decía este buen hombre que él nunca le había puesto la mano encima ni a los hijos ni a la compañera que, si algo tenía que hacer, lo hacía con la correa. |
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AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
José Mª Durán Ayo ARTÍCULOS DE José Mª Durán Ayo MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA. José María Odriozola Sáez CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. Luis Odriozola Ruiz Archivos del blog por MES
Noviembre 2022
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