Serían aquellos locos años de los veinte, del pelado a los garçon, de las doradas cocottes en las playas de Ostende, de la lista Kodak en el vestido de la mujer de la línea saco. (En aquel anuncio: "vacaciones sin Kodak son vacaciones perdidas"). Por esas fechas apareció Amparito, una adolescente impoluta de extrema y armónica configuración embutida familiarmente en las tramas y entresijos de las sociedades mineras del padre. Bullía El Pedroso de explotaciones ajenas, con técnicos de apellidos de profusas consonantes en sus nombres y dedicada atención a ella y a su hermana Elisa. De aquellos agujeros saltaban príncipes, ingenieros, magnates, y de la revolución industrial y las guerras, ¡todo! ¡Llegaron hasta las logias masónicas! Gentes que conocieron la Andalucía de ayer, la pequeña cosa de la Sierra Norte, una vez por Malagueñas, ese cante que tiembla abajo, otras por el de las Minas, las del azogue que lloran más profundo, con presos y mulas con cencerros que en la obscuridad arrastraban las vagonetas con un candil sobre el belfo. ¿Pero estamos recordando a esta adolescente, que por lo que yo entiendo, por sus escritos, caló algo de lo que estaba ocurriendo? ¡No! Erró sosa al atolondrarse por un provinciano hueco y con chispa. "Mis afectuosos recuerdos a mi querida españolita" (M. Classeus. 1912). ¿Qué considerar de estas moralejas? ¿O de esta otra? "Petit gage dámitié a ma bien chére Elisa de ton ami" (H.B. Van der Bril). A la par que decrecían las actividades de las minas de Monteagut, la Lima, Navalázaro, Mancegoso o la de los Conejos y tantas más, desaparecían ingenieros, capataces, obreros y tantos mecánicos, barreneros y carretas, carretas de bueyes esas en el acarreo del mineral al sueno de los ejes de palo con la canción del boyero. ¡Aquellos que tampoco engrasaban los ejes! Hasta que llegó el silencio de otra guerra. ¡Y Amparo y Elisa, en dos caballos ingleses montadas a la jineta! en el ejido, frente donde la casa Krupp tenía oficina, también se escanciaba cerveza consumida por los foramontanos que no perdían vista a tan insólito espectáculo desde un rústico mirador. Tras la carreta cargada de pirita iban dos hermosas amazonas a la inglesa luciendo las dos más guapas parejas de jarretes. Y Amparo abrigada cada vez más por su comunicación con el resto del mundo, bien por inefables postales, mejor en sus viajes. Cartas a El Pedroso, 1920. “Dentro de unos días nos vamos a Holanda y desde allí a Bruselas, viendo el colegio en plena revolución gritar viva España y a nuestra Lisita y Amparo. Con todo mi cariño". H. Van der Birl. ¡Y volvieron los ingenieros y los capataces al olor de la pirita para fundir minerales con destino a barcos y submarinos! Y Amparo viajando por el mundo. Y coleccionando postales de sus admiradores esparcidos por América y Europa. De la capilla Anvers, Hubertine le recordaba el bello día de su primera comunión en 1911. María Teresa Heyudrichx le instaba a no olvidar a su colegio de Anvers cuando estuviera en España. (1912) Y se fueron los años y las ilusiones, menos las de sus noticias y viajes por el mundo: “Mi distinguida amiga; le escribo para saludarla y comunicarle estoy bien; igualmente le deseo a V. Salud. Nuestro batallón sólo ha tenido tres heridos hasta ahora y no graves por fortuna. Espero Su contestación, así como a mi carta anterior. Un saludo cariñoso de su amigo que la distingue. Firma Antonio Alonso. Batallón expedicionario de Isabel II. Melilla. 1921" Y ella cada día más apetecible, culta e inteligente; era un contraste en París con Josefina Baker. Pero en una cálida primavera de Sevilla, subió a sierra Morena y se enamoriscó de un hijo de graceja parla fabricante de jabones, y un algo se adormeció ante la caída de los negocios del padre. “Reza mucho para que los asuntos de papá vayan bien, yo rezo ahora más que nunca... para todos y para que los negocios se arreglen lo que no dejo de pedírselo a Dios" ¡Le aconsejaba la madre! Tenía también un amigo italiano del fascio, Luis Rocha que le solicitaba una fotografía desde la Calabria, pero desnuda. ¡Y mientras desde Saint Pierre, le enviaba una postal su amiga Henrriette Villemet recordando su estancia en Agosto de 1914. ¡A mi parecer esta mujer pasaba sobre las piritas y las escorias! De los años de crisis de estas minas, de las cavernas ciegas, desdentadas bocas de bichos muertos, la naturaleza que tanto sabe, las tapa púdicamente con romero, | tomillo, cantueso, nuestra lavanda... ¡Pero somos algunos los que todavía vemos a Elisa y a Amparo a caballo con una pamela de dos cintas al viento subir por la trocha de Monteagudo! Hotel Braydon, 72 E 861 st. New York, C "Un saludito antes de salir. Su aftmo. Tito Schipa." Hotel Congress. Chicago. A miss Amparito Hotel Craylon. 12-E-8614-st. New York. C' "Reza mucho para que los asuntos de papá vayan bien, yo rezo ahora más que nunca...para todos y para que los negocios se arreglen, que no dejos de pedírselo a Dios y besos para ti, Elisa". Efectivamente, la Guerra Mundial había transformado y arruinado hasta las explotaciones mineras de Sierra Morena. Los submarinos alemanes habían avistado a un barco cargado de mineral de Marruecos con rumbo las Islas Bretañas, poniendo en grave crisis a la compañía de los Hermanos Latorre, propietaria del navío y afincada en El Pedroso. Los negocios del padre de Amparito en Francia, Bélgica y Holanda, por secuencias de la guerra se devaluaban en huidas financieras. A las minas de El Pedroso llegó lo que los marinos de la vela llaman la calma chicha: "Sin viento a Sotavento y menos a Barlovento". Fue entonces cuando la casa Krupp desmanteló su oficina en la calle de la Estación de El Pedroso y reclamó la presencia en Alemania, en Essen, de su ingeniero director. Prestaron gran atención a los untos de la madre para conservar aquella piel que se les iba como a todos, y para la caspa ¡no había otro remedio! “Yema de huevo, cloroformo y un buen lavado con jabón verde". Recetaba. "Formules déau de Cologne: Eçcense de citron, de romerin, bergalmone, cedrat, néroligirofllee, avande geranissim y alcohol a 90º". Boudoir des dames. México. Herreros Hrnos. Un Doctor. En los Saraos de la casa de El Pedroso, ante tres bellas mujeres, la madre y las dos hijas, cualquier mortal perdería la serenidad con la música gramófono de trompeta y el cálido atardecer. ¿Sería entonces, que coincidía con las horas pobres, cuando aquello que cuentan del notario con su escriba o amanuense? El padre escanciaba los caldos, el gramófono repartía melodías atrevidas de la France, las tres mujeres danzaban en un salón de corridas cortinas, crepúsculo interior, a media luz los besos… ¡Total que, al notario, cuando pudo sacar el reloj, se le había puesto el sol y el embargo no procedía! El veinte de febrero del 37 escribía Amparito: "Hoy saldrán las cartas en el vapor Saturnia y por la tarde salí a pasear con Buqui Bucoldrer a un museo donado por un señor a la ciudad de New York. Por la noche me llevó al cine Gerry Leonard y, al volver al coche me habían robado la radio”. Decía. “Hoy no salgo, no me gusta salir los domingos". Y mientras, en El Pedroso, se moría Pablo Latorre el treinta de mayo del treinta y siete, y allí también estaba ella con claudia Ruiz en Las Alberquillas. Todo se iba acercando. ¡Hasta el enredo de las oficinas de la casa Krupp! Alberto Weyer. ¿Qué pasó para dar propiedad a la casa de las oficinas? ¡No sé, tendré más que pensar o en mi buena pluma buscar! Todo se fue desmoronando: las alpargatas de esparto, los canotier, el crudillo del terno, los bastones de espino… Porque esa era la moda de la alta burguesía minera en Sudáfrica y Andalucía, ingleses Y alemanes. El pozo de las oficinas de la casa Krupp casi se llenó de las botellas de cerveza que salieron del canasto que las sumergía, para su enfriamiento, el ingeniero director; el inmueble de estos lugares y mansión suya, por extraños trueques y negocios, pasó a ser propiedad de Amparo. Nadie volvió de Inglaterra ni de Alemania a reclamar algo. También la casa quedó sola con un zapatero por guarda y empezaron a caerse los techos. “El dos de febrero del 37, fui al baile del hotel y me presentaron a Gary Cooper; me dijo estar encantado con mis ojos y con mi boca"… En la primera Romería de la Virgen del Espino en El Pedroso y a la noche, se celebró una verbena en el corral de Paco López, donde las cervezas y el vino se enfriaron en los pesebres entre paja y hielo. Allí subió Amparo, desde su casa de la Estación a este rústico baile, en una de cuyas mesas compartía sus encantos, ya un tanto desflorados, con Luis Rubio y Félix Cataño. Llevaba un vestido color salmón casi transparente y yo, osadamente la invité a bailar. Me aceptó y se rió conmigo. Hacia bochorno. "Cosas veredes". |
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AutorAsociación Cultural LA MEMORIA PRODIGIOSA.
José Mª Durán Ayo ARTÍCULOS DE José Mª Durán Ayo MÁS ALLÁ DE MI MEMORIA. José María Odriozola Sáez CUADERNILLOS DEL ARCA DEL AGUA. Luis Odriozola Ruiz Archivos del blog por MES
Noviembre 2022
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